Willian Toro, el héroe víctima de la inseguridad

FRANCISCO CALDERÓN
[email protected]

Este inicio de año una noticia me acorraló el corazón: en la mañana del primero de enero, luego de despertarme, recibí una llamada de un viejo amigo de la Policía. El uniformado me indicaba que un bombero se debatía entre la vida y la muerte en la clínica La Estancia, tras recibir un disparo en medio de un asalto callejero.

¡Quedé perplejo! Porque el mensaje no contenía detalles, como quién era el socorrista que enfrentaba esta situación, me angustié porque tengo muchos amigos en esta gran institución, a raíz de mi oficio como reportero judicial. Pensé en Solarte, ese reportero gráfico que terminó al servicio de la comunidad, vistiendo el uniforme para combatir el fuego. Procedí a llamarlo, el desespero me obligó a ello. No me contestó. Pensé en Fredy, ese otro servidor de los payaneses, tampoco respondió al llamado.

Luego, y mediante un mensaje en la red social WhatsApp, llegó el nombre de la víctima: Willian Toro. Después compartieron la foto. Era el mismo socorrista que muchas, pero muchas veces, me extendió una mano solidaria a la hora de informar sobre las múltiples emergencias que se registran en esta zona del país. Recordé cómo, con una mirada tímida, este socorrista se acomedía a darme un reporte de las situaciones que atendía, claro está, cuando fungía como comandante de maniobra. “Entonces, viejo Pacho”, me decía cuando me veía en medio del ajetreo de un incendio, de una fuga de gas, de un accidente de tránsito. Procedía a saludarme, para luego ayudarme, como ya lo había hecho entre las personas víctimas de estas situaciones, por eso se volvió bombero, porque esa voluntad de servicio lo llevó a eso, a atender al necesitado, al prójimo en los momentos difíciles.

Mientras se conocían detalles de este hecho, que causa mucha, pero mucha rabia, me llamó un colega, quien por muchos años estuvo al frente de Serenata Popayán. Sorprendido, me contó que Willian Toro, a la par con ser bombero, era un camarero. “Ese señor vivió para servir, cuando tenía mi programa, me ayudó bastante, atendiendo a mis invitados, incluso, me aconsejaba sobre cómo hacer mi programa, pero lo hacía con esa alegría de contribuir a mejorar, por eso me duele mucho, ver que una persona de esas cualidades humanas termine de esa forma”, me dijo Andrés Illera, esa mañana triste cuando se conoció esta noticia, producto de la descomposición social que recorre mi ciudad adoptiva.

Porque para mí, Francisco Calderón, quien disparó contra este gran servidor, es el resultado de la falta de educación y del desamparo estatal que hay en amplios sectores de esta ciudad. Más allá de la pregunta de qué hizo la Policía, para mí es más importante centrar responsabilidades esos dirigentes que, por años y años, se ubican en el poder solo para saciar sus apetitos personales y no construir tejido social, de no invertir en la formación de las personas. Sí. Se han dedicado a todo, menos a construir ciudad, dejando que las personas tomen decisiones crueles, como aquella donde atentar contra la existencia del prójimo es el medio para obtener un provecho económico, desvalorizándose así la vida.

Esperamos resultados de las autoridades en la ubicación del responsable de esta tragedia, pero con ahínco exigimos que los dirigentes de la hidalga ciudad de Popayán inviertan en la gente para que así, en un tiempo no muy lejano, no perdamos más vidas valiosas por la inseguridad, como la del bombero Willian Toro, el mismo que hasta el último día de su vida trabajó por la tranquilidad de los payaneses, atendiendo incluso incendios forestales.