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HÉCTOR RIVEROS
@hectorriveross
El país que propone Humberto De la Calle es el que yo quisiera que fuera Colombia: una sociedad más igualitaria, más democrática, más respetuosa de los derechos de los demás, que la prosperidad esté basada en oportunidades y no en privilegios. Por eso voy a votar por él.
Iván Duque y Germán Vargas en el fondo promueven más de lo mismo que hemos tenido. En estos días de debates y entrevistas me impactó mucho cómo ninguno de los dos mencionó la palabra igualdad, o el combate a la desigualdad como si esa no fuera la madre de todos los vicios en Colombia. Duque representa un partido que valora poco las reglas y garantías democráticas y Vargas se ha asociado con clientelas políticas que han saqueado el Estado en diversas regiones del país.
Petro también, como el uribismo, significaría un deterioro de la democracia. La sola convocatoria a las plazas para hoy domingo es una muestra de cómo cree que se resuelven los conflictos: por la fuerza y por la presión y no por los canales institucionales en los que desconfía. Así lo hizo cuando fue víctima de persecución por parte del uribismo desde la Procuraduría, quiso presionar con la Plaza de Bolívar llena en Bogotá en vez de acudir, como fue finalmente, a la justicia para buscar protección. Sus propuestas económicas con énfasis en el dirigismo estatal no llevan a la prosperidad.
Sergio Fajardo también es una persona de convicciones liberales, pero le falta calado en las reformas sociales que propone y De la Calle, en eso –a mi juicio- le lleva una ventaja enorme.
De la Calle es un hombre con una trayectoria histórica. Ha protagonizado los dos grandes hitos de nuestro devenir en los últimos cincuenta años. Fue vocero del gobierno y promotor de la actual Constitución que fue pionera, casi que en el mundo y sin duda en América Latina, en reconocimiento de derechos para la gente y en generación de instancias de participación ciudadana y apertura democrática. Logró desmovilizar y desarmar a las Farc como no lo habíamos logrado, ni por la represión ni por la persuasión, luego de más de 50 años.
Paradójicamente muchos de los que comparten su ideología no van a votar por él por circunstancias de la coyuntura política o por decisiones que tomó durante la campaña presidencial que fueron pruebas de su coherencia y su decencia en la actividad política.
Algunos dicen que no votan por él porque está con el Partido Liberal. Hubiera podido, como lo hizo Germán Vargas Lleras, pretender engañar mediante la simulación de un movimiento ciudadano por firmas a pesar de pertenecer a un partido. No quiso acudir a ese atajo. Tomó la decisión que le pareció que honraba mejor su compromiso con la coherencia política. Esa conducta, en mi opinión, merece premiarse con el voto y no castigarse negándoselo.
Algunos dicen que no votan por él porque se quedó defendiendo la paz y puso las demás propuestas en segundo orden. Esa interpretación no es correcta, porque el planteamiento de De la Calle lo que afirma es que la construcción de la paz estable y duradera es condición para todo lo demás, pero aún si fuera así, esa convicción demostrada en el debate electoral es otra muestra de coherencia. Los asesores siempre le dijeron que no era rentable electoralmente la defensa del acuerdo con las Farc y aun así nunca trató de esconderlo o de minimizar el costo político que su defensa tenía. Otra muestra de ejercicio coherente y no oportunista de la política que, en mi opinión, hay que premiar con el voto.
Le critican que no se haya aliado con Petro e incluso con Fajardo. Con éste último lo intentó porque sentía que representaban anhelos similares, pero por razones que no es el caso discutir ahora no se pudo concretar esa alianza. A Petro le rechazó la invitación porque siente que tienen visiones distintas. Si hubiera enfrentado al ex alcalde en una consulta quizás lo hubiera derrotado y hoy tendría más posibilidades en la contienda, pero eso era un atajo que prefería no tomar. Esa muestra de coherencia debería premiarse con el voto y no castigarse negándolo.
Hizo una campaña austera por decir lo menos. Varios de los eventos de campaña no se pudieron realizar porque no había unos pocos recursos para financiarlos, mientras que los demás hicieron ostentación del dinero, que, aunque no aparezca en las cuentas oficiales provenía con certeza de contratistas presentes o futuros o de beneficiarios actuales o potenciales de privilegios estatales. Con De la Calle nadie tenía la expectativa de poder acceder indebidamente a recursos estatales o a ventajas en las regulaciones que los enriquecieran. Su campaña fue el reflejo de una vida austera y decente, eso hizo que su visibilidad fuera sustancialmente menor que la de los demás en la publicidad lo que hizo parecer débil su campaña. Algunos prefieren no votar por esa aparente debilidad y hacerlo por otros que parecen más fuertes. Otra vez, creo que esa decencia debería premiarse con el voto y no castigarse negándoselo.
Voy a votar por De la Calle porque representa lo que quiero para Colombia pero lo hago además para premiar su coherencia y su decencia que tanto echamos de menos en la política.
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