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VÍCTOR PAZ OTERO
En días pasados, con motivo de filmar algunas escenas del documental “PODER Y DEMENCIA”, que se viene realizando sobre la vida del general Tomas Cipriano de Mosquera , en buena parte inspirado en mi libro “El demente exquisito”, tuvimos la oportunidad de visitar nuevamente la mansión Koop en Bogotá, lugar donde hace varios años funciona la gran logia masónica de Colombia.
Dicha visita me ha alimentado el deseo de escribir algunas columnas sobre aquella institución, tan calumniada, incomprendida y desconocida por tantas gentes, que aún hoy día acogen la imagen falsificada y mentirosa, que sobre todo la iglesia católica ha logrado inocular en el pensamiento ingenuo y poco crítico de algunos sectores de población que continúan atrapados en las supersticiones del anacronismo religioso.
Pero antes de entrar en materia sobre el fundamental y protagónico papel desempeñado por la masonería en los eventos más relevantes y significativos articulados a nuestra configuración como sociedad “moderna” y supuestamente democrática, desearía ,a la manera de “cuña” contar algo acerca de la miniserie : “Historia, poder y demencia” que actualmente se está realizando, como proyecto de naturaleza predominantemente cultural. Es decir ajena por completo a los afanes comerciales y al ánimo de lucro, que son elementos perversos que subvaloran la cultura y la historia y que tienen en muy poca consideración las necesidades y las urgencias espirituales. Escribo lo anterior, puesto que me parece un poco indecoroso y hasta algo mezquino, que algunas personas sean indiferentes a prestar una pequeña colaboración para facilitar los espacios y las locaciones donde alguna vez el gran y destacado hermano masón que fue Tomas Cipriano de Mosquera desplegó sus actividades de guerrero y de político transformador de nuestra historia. Hoy hay gentes que quieren cobrar hasta por el uso y la contemplación del paisaje. Es un poco triste que el corrosivo ánimo de lucro se privilegie frente a las demandas del hacer cultural.
El documental a lo que aspira es a enriquecer la memoria histórica, tanto la del país como la historia y la significación de nuestra ciudad. Es un intento de hacer conceptual y visualmente comprensible, la historia nacional y comarcana, para amplios y diferentes públicos.
Volviendo al tema de los masones, vale la pena resaltar el solemne respeto con el cual se consideran, en el hermoso espacio donde funciona la gran logia de Colombia, las figuras de dos sobresalientes payaneses, que por supuesto fueron masones, me refiero al general Mosquera y al general José Hilario López. Muchos oleos de ellos, cuadros, insignias y objetos varios, se conservan ahí, como homenaje respetuoso y agradecido a su memoria y a sus ejecuciones.
Difícilmente podría comprenderse el tortuoso y heroico proyecto de nuestras guerras de independencia desligado del apoyo moral, logístico e ideológico que la masonería aportó con generoso desinterés a la causa libertadora.
Recordemos para empezar, que todos los grandes y determinantes protagonistas de aquella gesta pertenecieron a la msaoneria. Miranda, Nariño, Bolívar, Santander fueron miembros activos de la logias.42 presidentes de Colombia han pertenecido a la masonería. Podría decirse que ninguno de los protagonistas destacados de aquella hazaña, que tantas veces tuvo perfiles de desmesura, dejo de ser masón. Y no solo entre nosotros, también sucedió lo mismo en el conjunto de las demás naciones latinoamericanas. E igualmente aconteció en la guerra de independencia Norteamericana, donde los grandes capitanes que orientaron la lucha fueron masones. Franklin, Thomas Jefferrson, Jhon Adams, Washington, pertenecieron y fueron miembros activos de las logias masónicas.
Bien sabido es que en Colombia, lo que podría llamarse “La historia oficial”, es una especie de narración mentirosa, acomodaticia y falsificante de los verdaderos contenidos que se anudan al hecho histórico. Generaciones enteras y sucesivas de colombianos han sido engañadas y desorientadas en la comprensión y en la interpretación de su pretérito. El aparato educativo, en términos generales, ha servido para perpetuar esa falsificación acerca de nuestra configuración como sociedad.
Nuestra historia, tanto la nacional como la regional, participa de una interpretación y de una “reconstrucción” equivoca y falsificante. El caso de cómo se considera el aporte de la masonería a la instauración del ciclo republicano, es en sí mismo elocuente de como esa mentira secular sigue proyectando sus significados sobre nuestro presente. Sin duda que elementos esenciales que pertenecen a nuestros ser y estar en la historia nos son aún desconocidos. Y siempre será angustioso y peligroso, asimilar y aceptar la historia, como un relato artificial y falsificado. Pues en la historia como en la vida misma solo la verdad podría ayudarnos, al menos un poco, para ser más libres.
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