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    Popayán: Enigma y destino (5)

    VÍCTOR PAZ OTERO

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    En un tiempo que ya casi podemos medir en siglos, muchas generaciones de payaneses y también la ciudad en su conjunto, han comulgado con la valiosa y dignificante idea, que nuestra ciudad de Popayán se identifica y se siente orgullosa de considerarse como un pequeño universo cuyo elemento más relevante y diferenciador es la de ser un microcosmos centrado en torno al culto y al respeto de los muchos elementos que se anudan al amplio, y también confuso y hasta incomprendido significado, que se asocia a los rituales de la cultura. Ese consenso y esa apropiación colectiva de ese sentimiento, de muchas maneras, e independientemente de las certidumbres que lo fundamentan, es de todos modos el mayor HABER con el que cuenta la ciudad para preservar y continuar manteniendo la imagen de un mundo, que pareciera que aún no le ha vendido su alma al diablo ni se ha doblegado a los falsos hechizos de una modernidad de pacotilla, donde solo el dinero y el lucro se han instaurado como los supuestos y nuevos dioses de un equívoco desarrollo y de un envilecido “progreso”.

    Le interesa leer… ‘Popayán: Ciudad, enigma y destino (4)’

    En Popayán, así sea como leyenda, o como realidad puramente ilusoria, la persistencia de ese sentimiento colectivo, de ese ETHOS cultural, con sus muchas debilidades y deterioros, se conserva y se defiende en muchos núcleos de población. Aún sigue siendo una fuerza ESPIRITUAL y social, que es la que ha permitido que la ciudad no traicione del todo ese destino histórico en el cual las faenas de la cultura y del espíritu, son las únicas que pueden mantener vigentes y actuantes la imagen, la leyenda y la realidad con la cual se reconoce y hasta se define la comunidad payanesa. Por ella también se mantiene el relativo fetichismo con el cual se reverencia el pretérito de la ciudad. Y por el influjo de esa misma fuerza se ha conservado lo esencial de los significados de Popayán dentro del flujo disolutivo y trastocador que hoy impone el ritmo cambiante y acelerado del fenómeno urbano nacional. A eso entonces, se debe, que la ciudad no haya sido del todo devorada por la marea de homogeneidad que impone la urbanización del espacio y hasta de los seres humanos.

    En la defensa y en el fortalecimiento de esa diferencia del ser histórico y cultural de Popayán, está la UNICA Y VERDADERA posibilidad de que tanto el alma como el espíritu de la ciudad no se disuelva en el anonimato indiferenciado y tantas veces mezquino en el que parecen haber caído las visiónes de ciudad que hoy manejan y estimulan los desarrollos urbanos propiciados por una tecnocracia insensible e ignorante de los contenidos y de los significados legítimos de la historia. Visiones que también acoge una politiquería preñada de “soluciones” simplistas e incoherentes, que carecen por completo de sensibilidad estética y desprecian y subvaloran los aportes del verdadero urbanismo.

    En la actual coyuntura de confusiones que caracteriza a la ciudad de Popayán es, en donde de manera especialísima, LA UNIVERSIDAD – y aquí la universidad implica y compromete a todas las universidades establecidas en la Ciudad – es donde ellas deben redefinir tanto, el rol como la responsabilidad que en lo social como y en lo cultural, necesariamente deben asumir en el proceso y en el proyecto de fortalecer y orientar el a veces extraviado “destino histórico” que inexorablemente condiciona a que Popayán de una vez y para siempre se configure y se consolida como una verdadera CIUDAD UNIVERSITARIA.

    En nuestra blanca ciudad, la presencia de la Universidad adquiere una dimensión y una proyección muy distinta a la que por lo general tiene y representa en otras latitudes. Entre nosotros la universidad encarna una simbiosis particular y diferenciada entre ella y su entorno ciudadano y urbano. Simbiosis cultural, espiritual e intelectual y también institucional. Simbiosis que a veces se desdibuja y a veces se marchita por causas diversas. Pero el fenómeno universitario en nuestro medio va y significa mucho más de lo que la universidad y su papel representan en el sentido convencional que se le asigna.

    En nuestro medio la universidad es y ha sido el vehículo de privilegio para que la ciudad preserve y mantenga la honrosa designación de ciudad culta y letrada.Ella es el símbolo de esa identidad; es de muchas maneras la depositaria de los mejores significados que encarna y representa la ciudad con sus leyendas y su pretérito. Eso le concede responsabilidades y papeles que hacen que su presencia en la ciudad, adquiera un sentido y un contenido que inclusive llegar a desbordar algunos de los referentes normativos que le asigna su propia estructura de institución de educación superior. Por eso se acepta que en ese papel de símbolo vivo y actuante del espíritu de Popayán, la misma ciudad y sus gentes reclamen de ella orientación y esclarecimiento en la consolidación de ese destino histórico, que por igual compromete tanto a la una como a la otra. Hoy percibimos deterioro y extravió en la ruta de ese destino.

    Volveremos sobre el extenso y complejo tema.