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HORACIO DORADO GÓMEZ
Felizmente no vamos a envejecer solos, proyecciones demuestran que los viejos envejecerán más, es decir, vivirán más tiempo. Amable lector, si usted tiene 70 años, o más, y su forma de vida corresponde a una persona de esa edad, sus gustos son de la tercera edad, y sus actividades son de la cuarta edad. Sin importar la edad que tenga, usted sabe apreciable leyente que, en realidad, estamos viviendo y pasando por modas que quizás no compartimos.
Va cuesta abajo, si al observar el comportamiento y modas de la juventud, usted dice: “cuando yo tenía esa edad”. Entonces, comenzó la vejez porque el recuerdo es más fuerte. Sin embargo, no significa que se esté volviendo del todo viejo, sino que empezó a madurar, va camino a otras etapas de la vida: triunfos sobre enfermedades y la muerte.
A estas alturas, su edad, no le permite rumbas de dos días y vive pensando en el mañana. Pero, tranquilo, porque los años traen sus ventajas, por ejemplo:
Le gusta la música colombiana. Cuando se sienta en las bancas del parque de Caldas, alguien acude a ayudarlo a cruzar la pierna. Le ceden el asiento y le conceden el noble título de “Don”. No lo dejan hacer fila, asignándole la ventanilla preferencial. Usted cuida el jardín de su casa como la tarea más importante de su vida; busca el dial de la emisora con la música más suave. Si se queda dormido, su familia entra en pánico pensando que está muerto. Cuando le prenden velas en su pastel de cumpleaños, no celebra sino que conmemora. En restaurantes y cafeterías, le aceptan sus reclamos sobre la dureza de la gelatina y, cuando le preguntan como prefiere la carne, usted se da el lujo de pedirla: “molidita”. El sillón de su casa tiene más posiciones que la de un automóvil moderno.
Pero, también, la vejez tiene sus desventajas: se cansa caminado las escaleras hacia abajo. Siempre inicia sus conversaciones como los curas, diciendo: «En aquel tiempo…». Hace varias intentonas antes de atravesar una calle. Voltea por todo lado antes de cruzar un salón buscando la salida. El número de su cédula tiene solo seis dígitos. Si lo llaman por teléfono a las ocho de la noche, le preguntan: ¿Qué pena, lo desperté? Su boca promete cosas que su cuerpo no puede cumplir. Entre sus antigüedades conserva un viejo radio de “tubos”. Sus excompañeros de colegio y de trabajo se están muriendo. Cuando cuenta que lo hace dos y tres veces en la noche, se refiere a orinar. Si menciona “tabletas” no se refiere a las electrónicas, sino a los medicamentos que toma. Acude más, a citas médicas que a las amorosas. Pasa más tiempo en pantuflas y en bata de baño. Y concluye diciendo que, su peor enemigo es la gravedad, porque si se llega a caer, queda como las porcelanas.Pero alégrese, la ONU, y la OMS, advierten que si el mundo llega al 2030, felizmente los viejos por fin seremos mayoría.
*Corolario: “Viejos, los caminos y siguen echando polvo”.
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