Venezuela en vilo… ¡Dios la salve!

ÁLVARO GRIJALBA GÓMEZ

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La joven figura de un casi desconocido diputado de oposición y presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, el ingeniero Juan Guaidó, de treinta y cinco años de edad, con maestría en  Administración Pública de la Universidad George Washington, miembro del partido opositor Voluntad Popular, del preso político Leopoldo López, tiene en vilo a la vecina república, al juramentarse el pasado 23 de enero en su condición de presidente de la Asamblea Nacional ante una multitud que le acompañaba en las calles, “como Presidente Encargado de Venezuela, para lograr el cese de la usurpación, un gobierno de transición y unas elecciones libres”.

No es un gran orador pero su arrojo y valentía al enfrentar la dictadura de Maduro, quien ostenta el poder con todo el aparato estatal de la misma y el respaldo de los militares, comprados por el régimen con las múltiples prebendas que les ha dado, lo han llevado a liderar la unión de esa dispersa oposición que hoy se vuelca a las calles a pedir la libertad del pueblo venezolano de la opresión, del hambre y la miseria que lo rodea y la salida del dictador.

Guaidó representa hoy la voluntad popular de un pueblo que está cansado del infortunio y la física hambre que padece, que a unos tiene doblegados y obligados a huir o emigrar, y a otros acorralados por la represión inmisericorde, las masacres, los crímenes, la permanente violación de los derechos humanos, los encarcelamientos, las desapariciones forzadas y las constantes injusticias.

Este acto de valor patrio de Guaidó, al asumir la presidencia interina de Venezuela, enfrentando a Maduro, ha sido respaldado por gran parte de la comunidad internacional que ha aceptado casi de inmediato su estatus presidencial, recibiendo el posterior reconocimiento de gobiernos como el de los Estados Unidos, Colombia, Brasil, Canadá, Perú, Chile, Argentina, Paraguay, Ecuador, la Unión Europea entre otros, mientras que al dictador lo respaldan países como China, Rusia y Turquía.

Lo cierto es que este inédito hecho en la historia reciente, tiene a de ese país con dos presidentes, el ilegítimo dictador Maduro respaldado por la Fuerza Armada Nacional, el chavismo y un disminuido apoyo popular, y otro legítimo con un creciente y masivo respaldo popular e internacional pero sin el poder real del aparato burocrático estatal, y pendiente del hilo de la suerte que pueda correr su líder Guaidó.

El gran apoyo internacional dado a éste, especialmente por los Estados Unidos del que depende en gran parte la quebrada economía venezolana por ser el mayor comprador de petróleo y las sanciones económicas que ya comenzó a dictar, anunciando que pasará todas las transacciones comerciales a Guaidó, para que tenga todos los recursos necesarios para salir adelante, van abriendo camino para consolidar el naciente gobierno del presidente de la Asamblea Nacional y del querer popular.

Lo anterior, es la consecuencia clara del rompimiento abrupto que hizo Maduro de sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos, dando 72 horas a los diplomáticos estadounidenses para abandonar el territorio venezolano, otro de sus graves errores, a lo cual Guaidó ripostó pidiendo a todos los gobiernos extranjeros mantenerse en Venezuela con todas sus agencias diplomáticas y a no abandonar el país.

Lo cierto es, que ante el enorme reconocimiento internacional al gobierno interino de Guaidó, y el inmenso rechazo internacional y popular a la dictadura, se abre una gran luz de esperanza que debe conducir a que a través del diálogo, entre la oposición y el ilegítimo gobierno dictatorial, se logre un acuerdo para que se den unas elecciones limpias, con veedurías internacionales, dentro de unos nueve o diez meses como lo ha propuesto el presidente interino Juan Guaidó.

Seguramente Maduro en su burraca soberbia no va a aceptar nada que venga de la oposición, y querrá mantenerse en el poder a toda costa, rodeado de todo el estamento corrupto que lo acompaña, en donde solo impera la ley de la fuerza, en el que las normas de la democracia del Estado Social de Derecho han desaparecido para dar paso al régimen dictatorial de un socialismo fracasado en toda la extensión de la palabra, pero aferrado al poder por la corrupción que opera en sus fuerzas armadas y en todo su aparato gubernamental.

¡Dios salve a Venezuela!