No somos responsables sólo de aquello que decimos, sino también de lo que no decimos.
Martín Lutero
La realidad hoy nos enfrenta a nuevos desafíos que surgen de las diversas maneras de concebir el Covid-19. Sin embargo, en el municipio de Inzá, las relaciones familiares y el entramado del ámbito social está acelerando el arribo del virus, y todo quizás, por culpa de la bonanza cafetera, por las ideas de dominación de ciertos sujetos que siguen entronizados en el poder, por los egos políticos de los partidos de gobierno y oposición y por una que otra conceptualización errónea.
Esta creciente complejidad en las relaciones, conduce a la necesidad para un número cada vez más grande de personas, de crear espacios decisionales no previstos por culpa de un virus que mata a negros, indios, mestizos, de la ACIT, liberales, conservadores, jóvenes y adultos, sin ninguna conmiseración.
A lo mejor, las frases incoherentes e irresponsables del caudillismo malsano alejan la practicidad de los protocolos que controlan la diseminación del virus. No hay autoridad que valga, si en el intento de alcanzar el orden, la desorganización y la falta de respeto por la vida se perciben como correctas en tardes de futbol, noches de gallos, chicha, ron y aguardiente.
Es triste saber que, en mi amado Pedregal, las mismas relaciones vitales que salvaguardan la vida están siendo anuladas por la irresponsabilidad. Quizás, existe una tensión entre la creciente incoherencia de las autoridades de turno y la necesidad de buscar una suficiente integración de las comunidades. En las viejas calles que de niño recorrí muchos parece no interesarles vivir bien, y creen que por gozar de un aire limpio y puro son inmunes del Coronavirus. Debo recordarles que ya tienen UN caso y por la misma lógica de la cadena de infección se deben tomar todas las medidas para contener su propagación. Ojalá, aquellos irresponsables que no respetan las normas bajo la excusa de una cerveza tengan el valor de contarnos la historia real.
Hoy más que nunca se siente el miedo, esa fastidiosa necesidad de integrar las actividades, coordinarlas y englobarlas en procura de la vida y el bienestar de las comunidades, de modo que no se pierdan en el bosque de las sucesivas divisiones que siempre dejan en mi pueblo natal las épocas electorales. Sin embargo, en la gran mayoría de la población la responsabilidad debe nacer y exigir que se cumpla con las obligaciones en relación con los protocolos de bioseguridad y distanciamiento social.
Hoy, viendo precisamente los datos estadísticos a cerca de la letalidad del virus, solo queda entre tareas asignadas sensibilizar los espacios donde el licor y el dinero son los cómplices perfectos para la propagación. Allí, se requiere de una verdadera coordinación, que permita la correcta ocupación de los tiempos de ocio, lo cual presupone no sólo la utilización de la acción hacia un fin, sino también que todo el municipio esté informado de los decretos y que se hagan realidad para no permitir el desorden e incumplimiento.
En un municipio plagado de historias, se busca reivindicar los procesos que pretenden la construcción de identidades. Ninguna organización debe ignorar que nuestro legado se fundió con fuego, sangre, sudor y lágrimas. Parece que tanto la acción y la omisión van a tener consecuencias sobre el desarrollo en lo que se emprenda. Asimismo, en la intención de dar al Pedregal el sitio que merece.
Por último, dejo en consideración que desde muy niño vi que existía la simple regla comprobada de abstenerse, en caso de duda, de una labor incorrecta y esa praxis es posible en el imaginario indígena Nasa y campesino así alguien diga lo contrario. Hoy pese al miedo y la división todo está dado para conservar la idea del territorio en un cosmos estable que conserve siempre el propio equilibrio.
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