RODRIGO SOLARTE
Las dimensiones de las crisis estructurales como la actual, son sentidas o visualizadas en diferentes proporciones de acuerdo a variados procesos que la sociedad haya vivido o esté viviendo.
Hemos vivido más de medio siglo de confrontación armada interna, atizada por factores geopolíticos que influyen dialécticamente, tanto en su mantenimiento como en la búsqueda de alternativas diferentes que correspondan al querer de la mayoría de las poblaciones.
Las poblaciones, estadísticamente significadas, están en los campos, ciudades de diferentes tamaños y ubicaciones geográficas, conformadas por diferentes estratos e historias de vida.
Todas las ciencias, académicamente clasificadas como duras, exactas, cuantitativas con el paradigma matemático hegemónico, y en blandas, psicológicas, sociales, humanas o cualitativas en general, tienen al mundo físico y espiritual, como objeto y sujeto del interés investigativo para continuar conociendo los misterios que guarda nuestra presencia como especie humana y otras, en el planeta tierra y cosmos donde habitamos.
No sobra recalcar que los procesos educativos de la especie, incluyen proporcionalmente ambos contenidos, centrados fundamentalmente en el mejoramiento de la vida en contexto con la biodiversidad que la naturaleza proporciona.
El concepto y valor humano de la paz, va desde la paz interior, sentida espiritual y fisicamente, hasta la colectiva, regional y global, con las estructuras diferencialmente conformadas desde lo individual, familiar, comunitario, social, local y globalmente concebidas.
La diversidad geográfica y humana con sus procesos a estudio en el devenir de la civilización, fue subdividiendo la unidad inicial, explicada por las ciencias blandas y duras, integrantes tanto del pensamiento como de los intereses por el dominio o poder sobre los recursos terrícolas y los mismos habitantes.
El poder sobre el todo ha sido una obsesión de los imperios, desconociendo o utilizando aportes que talentos humanos de diferentes regiones, épocas, motivaciones y experiencias hayan hecho.
La actual pandemia viral- Covid-19- está afectando diferencialmente a todos los estratos sociales y países en su hábitat e historia organizativa social, cultural, educativa, sanitaria, económica, empresarial e ideológica y política por consiguiente.
El desconocimiento parcial de este virus-Sars-CoV-2, tiene a las ciencias pertinentes, investigando y experimentando tratamientos y efectos de vacunas, que como actividad humana, no están aislados totalmente de los intereses políticos de quienes las compren, exijan su difusión y aplicación, bien sea comprada a la empresa privada productora y comercializadora, o por los Estados, Neoliberales como el nuestro, que tienen también lo privado como paradigma dogmático a seguir considerando y aplicando.
La transición de procesos como los motivantes de esta columna de opinión, comprometen desde la estructura mental y corporal de los participantes activos por lo que representan en sus respectivos quehaceres y experiencias, pasando por lo familiar, profesional o no, hasta los valores y principios, permanentes para unos, transformables o mixtos para otros, comprometidos con la paz, justicia social y dignidad de todas y todos los seres humanos.
Cultural y socialmente los liderazgos personales son más importantes por lo que representan para la historia y memoria de la colectividad humana, científica y políticamente en la coyuntura actual, que por las particularidades del proceso vital transcurrido y también sometido a diversas interpretaciones.
Pongo a consideración de los lectores de El nuevo liberal de Popayán, dos situaciones. La del Magister en Enfermedades infecciosas e Inmunología, Doctor Julio César Klinger, con sus aportes actuales y actualizados sobre El Interferón, para la prevención y tratamiento de la Covid-19, no únicos seguramente, ni excluyente de todas las medidas de bioseguridad que toda enfermedad respiratoria trasmisible exige epidemiológicamente como prevención.
El otro respiro nacional por la paz, es la situación actual del Expresidente y Senador Alvaro Uribe Vélez al que muchos columnistas continuarán refiriéndose.