Un Congreso de “sabores y saberes”

Por: MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE.

Los profesionales y estudiosos de la cocina que no hayan pasado por el Congreso Gastronómico de Popayán tienen una deuda consigo mismos y con su oficio. Aquí se fija, se dignifica y se da esplendor académico a los rituales del buen comer.

Si es cocinero, si gusta de la gastronomía o trabaja en temas relacionados y quiere vivir una experiencia que le marque la vida de una vez y para siempre, hay que pasar cada año por “Popayán, la ciudad de la gastronomía”, como merecidamente la ha llamado la Unesco.

Los festivales y exposiciones gastronómicas donde uno tiene la oportunidad de probar variedad de bocados son una maravilla para el gusto, sin duda alguna; pero “un congreso” tiene otro significado, otro corte y una sazón diferente.

Un Congreso es un espacio de formación y aprendizaje que va más allá de degustar variedad de comidas. Es la oportunidad de oro para la formación y capacitación personal, para descubrir de qué se está hablando en la academia sobre el tema, para reconocer a los más afamados chefs del país y del mundo, para saber cómo son los rituales de consumo de productos como el té, el café, el vino, la cerveza o una deliciosa tabla de quesos; eso sí, sin dejar de probar y regodearse con las maravillas de nuestros cocineros tradicionales.

Un congreso como el de Popayán permite nutrirnos culturalmente con la diversidad de sabores y saberes de la mano de expertos nacionales y gurús internacionales que mejor saben de cada uno de los temas convocados. En esa dimensión, los organizadores invitan a los más apreciados cocineros de una región colombiana distinta cada año, y a un país que asiste con sus comidas tradicionales para hablarnos de sus recetas más innovadoras.

En el marco de un evento como este se tiene la oportunidad de vivenciar una multiplicidad de expresiones culturales: recetas, conversatorios, charlas, conferencias, debates, premiaciones, degustaciones, catas, exposiciones pictóricas, muestras artesanales, presentaciones de libros, entre otros.

Y es allí, en entre olores y sabores especialísimos, y no en otro momento, donde los mortales entendemos porqué la cocina hace parte del patrimonio material e inmaterial de los pueblos, y con nuestra asistencia contribuimos a que la llama de amor por “el cocinar sabroso y el comer rico” siga encendida en el buen gusto de las gentes.

Aquí se dan cita los que viven para comer: aquellos que gustan y gozan de los sabores novedosos que se cocinan con los productos de la tierra que los vio nacer y otras latitudes; los que viven de dar de comer a otros: aquellos que han convertido la gastronomía en la generación de empleo, de ingresos, de riqueza y subsistencia; los que luchan para que la cocina sea un baluarte para la memoria y la identidad de cada región, desde la institucionalidad, la investigación y la academia. E incluso, los que entienden que mitigar el hambre y la pobreza del mundo empieza por la seguridad alimentaria, y por eso es necesario promover, exaltar y conocer los productos y las empresas que generan hábitos de consumo saludable para todos.

Los que han tenido la oportunidad de vivenciar un Congreso gastronómico en Popayán no han salido defraudados. Más que asistir a un acontecimiento académico han vivido una experiencia inolvidable para el espíritu.

Los estudiantes del SENA y las muchas escuelas de gastronomía que durante los años precedentes han asistido a nuestro Congreso son los encargados de llevar mensajes claros y esenciales: cocinar es un arte para el florecer de la imaginación; y han sido ellos, inspirados en este evento, los encargados de revitalizar y reinventar la comida colombiana en todas sus manifestaciones.

Cada Congreso es una revelación para los paladares más exigentes, pero también la oportunidad para acceder a los secretos de la cocina más increíbles que podamos imaginar. También es una delicia asistir a las charlas para conocer la biografía de un plato, la preparación de las recetas que nos asombran, la diversidad cultural que tenemos en el cocinar de cada región, el juego y la magia de sus creadores.

Nota: Hay que agendarse en tiempo y en recursos. Del 8 al 11 de septiembre en Popayán podremos degustar delicias de nuestro querido departamento del Huila y las maravillas de Bélgica, el país invitado.