Redacción El Nuevo Liberal
En el Cauca 260 personas han culminado la ruta de la reintegración, es decir, se han reincorporado a la vida civil como gestores de paz y constructores de tejido social. Son hombres y mujeres campesinos, indígenas y afrodescendientes que le dijeron ¡no más a la guerra!, silenciaron los fusiles y optaron por el camino de la legalidad y del ejercicio pleno de sus derechos.
“Hemos recorrido un largo camino que hoy significa victoria. Hemos vencido la guerra, el miedo, el rechazo y la estigmatización. Y después de recorrer paso a paso la ruta de la reintegración nos encontramos con huellas en blanco que nos muestran que esto no ha terminado, por el contrario nos invitan a que las convirtamos en pasos fuertes que nos lleven hacia un nuevo proyecto de vida. Sabemos que culminar exitosamente una ruta de reintegración no solo depende del acompañamiento de una institución o de una política, sino de todos aquellos que han creído en nosotros y por ellos y para ellos es que tenemos que salir adelante”.
Eso dice Ana* una de las trece personas provenientes de los municipios de Popayán, Santander de Quilichao y Guapi que fueron certificadas como ciudadanos reintegrados a la legalidad por parte de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) antes Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) que actualmente brinda acompañamiento a 700 caucanos que una vez pertenecieron a un grupo armado ilegal y que hoy transitan hacia la vida civil.
Ana* fue reclutada en el municipio de Cajibío cuando tenía 14 años de edad. Durante dos años perteneció a la guerrilla del Eln y fue obligada a vivir los rigores del conflicto armado y la soledad generada por estar lejos de su familia. Se adaptó al trabajo duro, a las largas caminatas, a crecer de forma acelerada… pero no al conflicto que sembraba muerte.
“Por gracia divina pude volver a mi casa y encontré muchas puertas abiertas. Entré al proceso de reintegración y terminé mi primaria, me permitieron hacer un curso de máquinas planas en el Sena y hoy tengo un taller. No es fácil llegar a la vida civil, uno sale con diferentes modos de vivir. Encontré lugares en donde he sido bien recibida, pero en otros he sido discriminada por haber pertenecido a la guerrilla. Sin embargo, soy feliz porque pude pasar la página de la guerra”, manifestó Ana*.
Colombia tiene más de 14 años de experiencia en construcción de paz e implementación de lo que es ahora la política de reintegración y reincorporación. Hasta el momento, 16.732 personas han participado de un plan de trabajo integral que, a través de un grupo interdisciplinario de profesionales, brinda asesoría y acompañamiento permanente a las personas desmovilizadas.
“Una vez las personas pertenecientes a grupos armados como guerrilla o autodefensas dejan sus armas, inician un tránsito hacia la construcción de una nueva ciudadanía, eso quiere decir el fortalecimiento de las competencias adquiridas a lo largo de su vida a partir de procesos de capacitación, formación académica y acompañamiento psicosocial. Por ejemplo, más del 50% de las personas que inician el proceso de reintegración y reincorporación vienen siendo analfabetas funcionales y más del 96% que culminan la ruta se reciben como bachilleres con grado de formación técnica”, dio a conocer Andrés Felipe Stapper Segrera, secretario general de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN).
Esa es una parte de la ruta de reincorporación a la vida civil. La otra etapa busca construir escenarios propicios de reincorporación con las comunidades que se vieron afectadas por el conflicto armado y corresponde a más de 80 horas de trabajo social con la población que los acoge, en términos de formación, capacitación, infraestructura, entre otros aspectos. Todos los componentes de la ruta se cumplen en 6 años y medio o 7 años y medio, dependiendo de las necesidades de la población.
Articulación por la reconciliación y la paz en el Cauca
Después de la dejación de las armas, la reincorporación civil, política, social y económica de los excombatientes es el reto que tiene el país y el departamento del Cauca, escenario del conflicto armado por más de 50 años y hoy ejemplo de construcción de paz y reconciliación. De ahí que la empresa, la academia y el gobierno sean los llamados para incentivar la inclusión y para hacerle frente a la estigmatización, a través del fortalecimiento de las capacidades locales con miras a promover espacios de diálogo.
“Creemos en la reconciliación y en la paz, y hoy cuando recorremos el campo volvemos a creer en el país. Esta es una oportunidad para repensar y construir el Cauca. El sector empresarial está abierto a este tema a través de la puesta en marcha de estrategias de competitividad inclusiva. Es nuestro compromiso abrirle paso al cambio, y aunque sea lento reconocemos que es esperanzador”, señaló Yolanda Garcés, directora regional de la ANDI.
Cabe señalar que la vocación económica del departamento del Cauca, en mayor porcentaje, está orientada al agro y éste se convierte en la principal fuente de generación de empleos para quienes se reincorporan a la vida civil, en consecuencia con el punto uno del acuerdo de paz que sienta las bases para la transformación del campo y la creación de bienestar para la población rural.
“Muchos de los que dejan las armas han tomado la decisión de volver al campo y son bienvenidos. Son hijos de campesinos que después de haber tenido, por la circunstancia que sea, que empuñar un fusil, hoy lo cambian por un azadón. Sentimos confianza en el proceso de paz y estamos aprendiendo a leernos. La reconciliación es una construcción diaria que no tiene reversa”, dio a conocer Gerardo Montenegro, director ejecutivo del Comité de Cafeteros del Cauca.
La reincorporación de aquellos que han decidido dejar las armas requiere de la participación de todos los sectores de la sociedad que permitan pensar en un mejor futuro para el país. Para Alejandra Miller, secretaria de Gobierno del Cauca “no es difícil vender en el departamento, por así decirlo, el mensaje de la paz porque somos testigos de lo que ha revelado la disminución del conflicto armado. Este escenario de paz nos ha ayudado a crecer como seres humanos y como territorio. Es por ello que estamos trabajando desde el diseño e implementación de políticas públicas y en el fortalecimiento de la responsabilidad ética con miras a la inclusión y la no estigmatización de aquellos que transitan hacia la vida civil. El Cauca está comprometido con darle la bienvenida a todos los actores que hacen parte de la paz y la reconciliación”.
*Nombre cambiado a petición de la fuente
El tercer punto del Acuerdo General para la terminación del conflicto definido por el Gobierno Nacional y las Farc, que se refiere al fin del conflicto, se incluye el tema de la dejación de las armas y la reincorporación civil, política, social y económica de esa guerrilla. El pasado 27 de junio, se cumplió la primera parte de ese punto: la Misión de la ONU en Colombia almacenó 7.132 armas que estaban en manos de las Farc y se dio inicio al proceso de reintegración de los cerca de 7.000 guerrilleros que se alojaron hasta el día D180 en 23 campamentos, tres de los cuales se ubican en el departamento del Cauca. “La Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) en razón de la implementación del Acuerdo de Paz y en respuesta a los decretos expedidos por el Gobierno Nacional, apoyará todo el tema de fortalecimiento institucional en lo que corresponde al proceso de reincorporación de las Farc. Ese proceso será definido y diseñado por el Consejo Nacional para la Reintegración, se implementará a la medida de las necesidades de las personas que inician la ruta de la reintegración y será concertado con ellas”, señaló Andrés Felipe Stapper Segrera, secretario general de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN).
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