NICOLÁS ESCOBAR BEJARANO
Nos han enseñado en las escuelas que la peor violencia es la violencia política (la que viene de fuera del sistema), es decir, el país está mal por los guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y corruptos; lo peor de todo es que nos hemos creído esa falacia.
Yo no voy a negar la relevancia de esa violencia, ¡Ni más faltaba!, porque es evidente que el país necesita una restructuración y que parte de nuestra historia se ha construido a retazos de sangre, decía el historiador inglés Eric Hobsbawn que: “En Colombia, la presencia del hombre armado forma parte natural del paisaje, como las colinas y los ríos”.
Considero entonces, que la peor violencia no es la que viene de afuera del sistema sino la que está dentro de él, por ejemplo, el clasismo, el racismo, la xenofobia, la violencia laboral, la violencia escolar, la violencia de género, el terrorismo bancario, el matoneo en colegios y universidades, las personas que no ceden el paso, también las que se cuelan en las filas, los secretarios de tránsito que se creen superiores a los demás por ostentar un cargo (puro despotismo), la falta de empatía; todo eso es lo que verdaderamente está destruyendo el país, pues nos han hecho creer que sobrevivir significa sobreponerse al otro.
Según estadísticas, estamos más cerca de ser violentados en el colegio o universidad que por la guerrilla, estamos más cerca de que una mujer sea asesinada por un novio, una pareja o cualquier persona que por un narcotraficante.
Vivimos en una sociedad donde tiramos a los estudiantes por los ascensores, donde un tipo le propina 7 hachazos a su pareja, donde vale más un teléfono que la vida y donde no es novedad que una persona le timbre a un vecino para que por favor le baje el volumen a la música y ese vecino termine propinándole cuchilladas y asesinándolo. La misma sociedad en donde los policías asesinan a los protestantes, el ejército viola a los menores y aún no encontramos a los responsables. En este país lo único cierto, es que existe una guerra de todos contra todos.
Adenda 1: Al momento de escribir esta columna María Alejandra Rojas sigue postrada en una cama por culpa de su ex pareja, quien la lanzó de un cuarto piso luego de tenerla retenida por más de 8 días en su apartamento e infligirle innumerables torturas. Parece imposible luchar contra el maltrato a la mujer, si las instituciones no son las primeras garantes de sus derechos. ¡Justicia a paso de tortuga!Adenda 2: ¿Qué habrá decidido el alcalde Juan Carlos López Castrillón respecto al “ligero malentendido que fue subsanado inmediatamente” del señor Omar Jesús cantillo (hoy secretario de tránsito de la ciudad de Popayán)?