Pasó el histórico domingo 25 de mayo de 2014, día en que supuestamente los colombianos debían elegir al presidente de la República para el período 2014-2018; en todo el país se observó una relativa movilización hasta los lugares de votación, debida y oportunamente instalados por la Registraduría Nacional del Estado Civil; llegamos a pensar que la democracia estaba de fiesta, pero al caer la noche dominical “cosa es de volverse locos”, ganó el abstencionismo con más del 60% del potencial electoral; en todo el territorio nacional estaban habilitados para sufragar 32.975.158 hombres y mujeres; en una democracia normal la votación debería aproximarse a la cifra de ciudadanos llamados aptos para ejercer el derecho y el deber del sufragio; falló como siempre esa esperanza, cuando se supo que apenas 13.216.402 millones de compatriotas le cumplieron a la patria que hoy se siente huérfana y desamparada; dónde están los 19.758.756 millones de ciudadanos que pudiendo votar, no lo hicieron, permitiendo que la Nación continúe gobernada por minorías politiqueras; es una mala costumbre que no le hace ningún bien al país ahora mismo sumido en muchos y grandes problemas sociales; no es posible que los colombianos sigan inmersos en el abstencionismo que históricamente ha oscilado alrededor del 50% superado en el presente en forma preocupante.
El departamento del Cauca no se quedó atrás en este mal endémico que pone en jaque al ejercicio de la democracia, régimen político en el cual el pueblo ejerce la soberanía por sí mismo o mediante intermediarios; para la jornada electoral pasada podían sufragar en esta sección del país 880.065 personas; al final de cuentas lo hicieron únicamente 346.162 en los 42 municipios; haciendo la resta en buena aritmética, tenemos que 533.903 caucanos dejaron de concurrir a las urnas, esto es, un 60%; sin pretender llegar hasta la conciencia de quienes no participan en la definición de sus gobernantes tanto en la rama ejecutiva, como en la rama legislativa, sí es necesario recordarles su compromiso con Colombia suscrito en la Constitución; todo ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político; para hacer efectivo este derecho puede elegir y ser elegido, tomar parte en elecciones, plebiscitos, referendos, consultas populares y otras formas de participación democrática, constituir partidos, movimientos y agrupaciones políticas sin limitación alguna, formar parte de ellos libremente y difundir sus ideas y programas; estos y otros ejercicios democráticos hacen parte de la vida de todo ciudadano colombiano a partir de los 18 años de edad.
Si la abstención no le conviene al futuro de la Nación, se requiere repasar algo sobre la naturaleza de este fenómeno; en Ciencia Política, es el acto por el cual un potencial votante en unas elecciones decide no ejercer su derecho al voto, ya sea en unas elecciones generales o si, en un procedimiento parlamentario, el representante está presente en la votación, pero no vota; en ambos casos el sujeto se atiene al resultado del voto de los electores que sí votaron, al igual que ocurre con el voto en blanco; no suele considerarse una de las opciones ante la toma colectiva de una decisión; cuando es muy alta, como viene ocurriendo en Colombia, se considera generalmente como un desinterés o malestar entre el cuerpo de votantes que puede llegar a deslegitimar políticamente las elecciones o el propio sistema político; esa es una de las razones por las que en ocasiones la ley establece el sufragio obligatorio; la abstención puede ser pasiva o sociológica y también activa o ideológica; la primera es provocada por la propia falta de interés en la política en general o en la elección concreta que se dirime, o derivada del aislamiento geográfico o social del votante; la segunda se considera como un acto político de rechazo a la legitimidad del sistema político; en este último caso, en ocasiones se considera como abstencionistas también a los votantes que emiten voto en blanco o nulo; si bien es cierto es difícil distinguir quienes no votan por una razón política, por una razón técnica o por desentendimiento, desencanto o temor en los casos de violencia, se requiere que los abstencionistas recapaciten a tiempo.
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