NICOLAS ESCOBAR BEJARANO
Corría el año 1978, cuando León Gieco escribió la canción “solo le pido a Dios”; Sudamérica era por aquel entonces un escenario constante de guerra, por ejemplo, nuestros hermanos argentinos peleaban las islas Malvinas, y respiraban aires de rencor contra los chilenos por una traición que llevarían casi cuatro generaciones en los hombros.
Así, como los países construyen su propia historia a raíz de sus acontecimientos, y tradiciones orales, he llegado a la conclusión de que los seres humanos también lo hacemos; construirnos, implica recorrer los lugares y los pasos caminados, los amores y desamores que hemos vivido, las amistades olvidadas, las canciones repetidas hasta el cansancio, las frases escuetas, los sermones que odiamos, los consejos no deseados, caídas, victorias, derrotas y las palabras que no termino de pronunciar por escribir este texto.
Sin duda, somos esos puntos que ponemos a diario, que no son mejores, ni peores, simplemente son puntos, a veces finales y a veces suspensivos, la experiencia nos obliga a forjar convicciones, de las cuales, con el paso del tiempo terminamos sintiendo vergüenza.
Por eso, siempre he defendido todas las voces, incluso la de quienes no tienen, porque ese cúmulo de palabras en el aire, es reflejo de nuestras realidades, de nuestros mundos, de quiénes somos.
Mi voz no es más que un mandamiento para mi alma, esa que se regocija de felicidad al realizar actos puros de amor; y no el amor que nos venden a diario, en las iglesias o en la televisión, sino mas bien esos pálpitos que nacen de adentro, de las entrañas, que se encargan de comprobarnos cada día, que no solo somos una estadística o un producto vil de la robótica.
Hoy, en el año 2020, cuando alzamos la voz para contar nuestras historias, sólo le pido a Dios que el coronavirus no me sea indiferente pues, es un monstruo grande y ataca fuerte toda la pobre inocencia de la gente.
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A propósito de indiferencia…
Sentí el miércoles pasado, dolor de patria, al leer a nuestra honorable clase dominante caucana de pura cepa, por los grupos de WhatsApp, en donde condenaban a diestra y siniestra todo tipo de pensamiento diverso, a todos ustedes les digo: ¡Que la conciencia histórica y la identidad cultura nunca muera!