Por Donaldo Mendoza
Especial para EL NUEVO LIBERAL
Como un juego de la ironía, figura que fue muy cara a Julio César Espinosa, el mes que lleva su nombre se despide también con él. Otro golpe implacable de un virus que no cesa, nos arrebató al amigo y cofrade en la obstinada rutina de la escritura. Pues, a falta de su presencia física, bien vale la pena continuar el diálogo con la memoria que nos dejó este discreto y nunca presumido escritor caucano. Prosista y narrador de muy buena pluma.
A Julio César Espinosa la virtualidad “me alcanzó adulto”, como solía decir. Con todo eso, no le fue hostil; por el contrario, se amistó con ella y le sacó provecho. En el caso específico de la escritura, supo mantenerse lejos de las licencias libertinas que en redes sociales bastante han degradado lo que antaño fue el ejercicio de escribir “correctamente”, como lo intuían personas que en el límite alfabético pedían disculpas “por si encuentra errores de ortografía en esta carta”.
En efecto, como un disciplinado y laborioso orfebre de la palabra no faltaron en la mesa de trabajo de Julio más de un diccionario, y en su mente dos principios que defendía con fuerza ortodoxa: la ética y la estética. Sentía y sabía que la escritura debe procurar un gozo personal, pero sin dejar de ser un acto de respeto y responsabilidad con el lector. Y bajo ese criterio convirtió la interlocución por este medio (virtual) en un taller informal, pero serio, de escritura. Para decirlo con un solo ejemplo: la pertinencia o no de una coma en una frase era discutida en varios correos, a veces con dos o más interlocutores.
Por el filtro de la discusión surgieron argumentos para una didáctica de la escritura. Guardé en un archivo ideas clave, que ahora, con la novedad de su partida, me permito compartir con los lectores. De la página o pantalla en blanco, que tantas frustraciones ha producido, decía con reveladora entonación (evito encomillar y recurro a la paráfrasis): Si te angustias, pierdes. Libérate y escribe tan rápido como puedas; pon todo en el papel o la pantalla. Ni por el chiras te detengas para corregir o reescribir; no lo hagas hasta que hayas escrito todo.
Otra idea, que complementa la anterior: Ninguno escribe pensando en la gramática, como nadie realiza una operación matemática repasando la tabla de multiplicar; pero omitirlas es imposible. Ese todo (borrador / transcripción) que has puesto en el papel o la pantalla debe ser sometido a paciente revisión. Y ahí, en esa toma de decisiones, es cuando acude solícita la estructura gramatical (ortografía, sintaxis, etc.). Y entiendes que se escribe para dar sentido a la vida o a las cosas; entiendes que al escribir se debe ser claro, preciso y sencillo, a fin de que el texto iluminado sea un acto comunicativo y genuino. Una buena edición guarda secretos de la estética textual.
He intentado aproximarme un poco a la imagen del buen escritor que fue Julio César Espinosa. El docente y escritor vallenato José Atuesta Mindiola conoció a Julio solo a través de la escritura. Una experiencia en alto grado reveladora del espíritu de la persona. José, conocido también en el Valle de Upar como poeta, periodista y talentoso hacedor de décimas, ha grabado en cuatro, el espíritu de Julio César Espinosa.
Décimas a Julio César Espinosa
Por José Atuesta Mindiola
I
Julio Cesar Espinosa
son racimos de su infancia
la floresta y su fragancia
en fiestas de mariposas.
Las corrientes arenosas
de arroyos con su follaje
en el boscoso paisaje
del verde con sus escalas
los pájaros con sus alas
de color pintan su viaje.
II
Julio César Espinosa,
insigne escritor caucano
que analizaba el arcano
del colibrí y de la rosa.
Del camino de la prosa
y el aura de la poesía
su linaje descubría
con estética mirada;
era luna en alborada
su afecto por la grafía.
III
El tiempo con su carroza
nos va mostrando la esencia,
dice Rodrigo Valencia
junto a Donaldo Mendoza:
Julio Cesar Espinosa
del verbo era un tulipán
reunidos en Popayán
en la Librería Macondo;
su voz brotaba del fondo
transparente y sin afán.
IV
Julio Cesar Espinosa
cazador sin arcabuz
del crepúsculo la luz
en el alma de la rosa.
En esta tarde luctuosa
del mes que su nombre lleva
por los cielos ya se eleva
su espíritu trashumante;
la voz del hombre pensante en el viento se renueva.