MARITZA ZABALA RODRÍGUEZ
@mazarito1
El Covid-19 nos amilanó y encerró, pese a lo cual la voz de la radio como medio que llega y se cuela en el día a día de los más remotos territorios, no dejó de narrar, contar y llevar historias surtidas, rompiendo muros y uniendo desde lo colectivo a muchos, pese al distanciamiento.
En este campo de la radio, dentro de la clasificación de emisoras las comunitarias, son en esencia proyectos políticos que asientan espacios donde la democracia vive gracias a los actores locales, relatos y agendas diversos, educativas y creativas, que dan voz a las comunidades y visibilizan sus ansias de transformar la realidad de nuestras regiones.
Por excelencia las emisoras comunitarias, hechas para y por el pueblo, son tribunas de servicio, solidaridad y colaboración entre la comunidad que coadyuva a la construcción de sentido desde lo local y facilitan la intermediación entre autoridades, entidades, institucionalidad y comunidad. De ahí su peso, pues sus orígenes están atados a la identidad de la comunidad donde surgen, viven y pertenecen, a la par de la necesidad de contar y hacer públicas las demandas de los diferentes colectivos.
Y es que cuando uno hace radio sabe que además de informar, el valor agregado está en buscar soluciones, respuestas y atención que fomenten la convivencia a nivel territorial y haga eco de los aspiracionales que cada rincón de esta patria nuestra experimenta.
No por nada como parte del Acuerdo de Colón se pidió la asignación de 20 estaciones de radio pública clase -C- en FM como canales para hacer pedagogía, dar mayor acceso a la información, construir confianza, tejido social y pluralidad de voces.
En el camino que emprendimos, el papel de la radio comunitaria frente a la construcción de paz seguirá siendo vital, pues ella mantiene viva la dinámica de dar espacio a multiplicidad de voces y su verdad, a la par de fomentar y participar en el diálogo público permanente que unirá varias generaciones.
En este marco el pasado 2 de noviembre el Ministerio TIC llevó a cabo ‘Radio Fest 2020’ una jornada que contó con voces expertas, anuncios, ejemplos y experiencias exitosas de emisoras comunitarias en Colombia, y abrió una ventana de oportunidad para legitimar el peso de estos medios comunitarios, sus derechos, normatividad, a la par de su rol en la trasformación social y la necesidad de apoyo a su sostenibilidad económica. Hay que destacar el empuje de la ministra de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Karen Abudinen, quien se mostró como una aliada en esta labor y manifestó su intención de ofrecer “las herramientas necesarias para que las emisoras comunitarias sean fuertes en su labor social”.
Todo esto, ratifica la urgente necesidad de cualificar a estos medios comunitarios pluralistas por naturaleza que como la cigarra perviven y se hacen espacio en la esfera pública, pese a la aparición de múltiples plataformas y formatos. La radio comunitaria en verdad debe reinventarse a fin de captar la atención de nuevas audiencias que vivan una experiencia de usuario tan genial, que se enamoren de ella y accedan ya no solo por los antiguos dispositivos, sino con tecnologías, internet y aplicaciones e interés en sus diversos contenidos.