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FERNANDO SANTACRUZ CAICEDO
1. Introducción.
El presente escrito es una síntesis de mi ensayo ‘Bicentenario del Nacimiento de Carlos Marx (1818)’. Hoy es válido cuestionarse si el método creado por Marx ha devenido en un enfoque sin validez histórica, consecuencia directa de las nuevas perspectivas metodológicas implementadas en las investigaciones sociales, particularmente en la economía política, esto es, si tal método tiene vigencia o, contrario sensu, es obsoleto.
Marx concibió el método de conocimiento y trasformación del modo de producción capitalista -metodología aplicable, en principio, al estudio de cualesquiera modos de producción-, partiendo de los siguientes supuestos: i) las relaciones sociales corresponden a un grado determinado de desarrollo de las fuerzas productivas materiales; ii) a la estructura económica de la sociedad corresponden formas sociales determinadas de consciencia; y, iii) la realidad social determina la consciencia de los hombres.
Su método exige utilizar tres principios fundamentales de la filosofía dialéctica materialista para entender la historia, objeto de investigación que: i) está condicionado por las leyes de la causalidad y su desarrollo en forma de proceso; ii) tiene un sentido originado en sí mismo, sin incidencias metafísicas; y, iii) es multicausal y su conocimiento obliga a integrar diversos factores que se interactúan y condicionan recíprocamente. Su ratio consiste en determinar las leyes de interdependencia entre diferentes variables en un espacio y tiempo concretos, descubriendo los procesos y la esencia de los fenómenos sociales. Aplicaremos al análisis del surgimiento de la consciencia en las comunidades del paleolítico superior, algunos fundamentos enunciados en esta introducción.
El Capital, obra cumbre de Marx, dimana de una prolongada reflexión sobre el sistema capitalista de producción y configura su anatomía. Demostró que: i) el devenir de las fuerzas productivas deriva de la esencia del capitalismo; ii) el Estado mantiene las condiciones de existencia y reproducción del modo económico dominante, adecuándose a las circunstancias económicas concretas; y, iii) las formas de conciencia, están estrechamente ligadas a la producción, lo mismo que las instituciones políticas, jurídicas y las ideologías, las cuales carecen de historia propia por cuanto que en el capitalismo la sustancia única y el sujeto exclusivo es la producción.
En el sistema capitalista la consciencia social está condicionada por la estructura económica. Las relaciones económicas son subyacentes y someten a su arbitrio a las relaciones humanas. Lo filosófico, religioso, político, jurídico, artístico, constituye la consciencia de los hombres de una sociedad concreta y, concomitantemente, refleja una historia determinada, representa los conceptos fundamentales que interactúan recíprocamente con el proceso renovador de la infraestructura. La supraestructura es la racionalidad de la estructura y representa la consciencia, la lógica, los conceptos de la estructura y, con ella, constituye un todo, una unidad contradictoria, recíprocamente condicionada. La estructura no puede sostenerse sin la supraestructura y viceversa. El desequilibrio entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales indica el grado de estabilidad o de negación de un orden determinado, de acuerdo con la flexibilidad o rigidez de la supraestructura respecto de la base económica. He aquí el potencial transformador, el papel dinámico que ejerce la ideología en los cambios de la sociedad.
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