HUGO COSME VARGAS
Don Miguel de Cervantes escribió su vida entre 1547 y 1616, y publicó su magnífica obra literaria El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, en 1605. En una de sus aventuras, el desfacedor de agravios se trenza en una feroz pelea con el cabrero Eugenio, hasta que “oyeron el son de una trompeta, tan triste, que les hizo volver los rostros donde les pareció que sonaba”. Y luego “don Quijote se puso en pie, volviendo asimismo el rostro a donde el son se oía, y vio a deshora que por un recuesto bajaban muchos hombres vestidos de blanco, a modo de disciplinantes”. Era la manera exquisita como don Miguel narraba en el siglo 16 una procesión con “la imagen benditísima de la Virgen sin mancilla”, sobre una peana, y la participación de cuatro clérigos y varios “hermanos abriendo las carnes”, y la mención de andas, horquillas, túnicas, cintas, capirotes y ciriales.
Estas procesiones, que desde la edad media eran ya habituales en España y otros países europeos, llegaron pronto a América, de la mano de los conquistadores y misioneros de la iglesia católica, y se arraigaron para siempre en Popayán. Se dice que en 1556 fue la primera, un jueves santo, organizada por encomenderos del Rey y narra Juan de Castellanos que un grupo de indígenas provenientes del Perú, con ganas de pelea, divisaron con asombro, desde los cerros circundantes, una interminable hilera de luces en movimiento, que asociaron a un inmenso ejército armado de antorchas y lanzas que produjo su retiro.
Desde entonces bastante agua ha corrido bajo los puentes. Muchas familias de la ciudad han ido organizando los pasos, enriqueciéndolos con finos vestidos, palios hermosamente bordados, mallas de plata repujada, candeleros bien contorneados, tubos plateados de recubrimiento, carteras talladas artesanalmente, jarras de madera vaciada, perillas de plata, aureolas bañadas en oro y andas bien estructuradas, construidas con las mejores maderas de la región. Un paso es una verdadera obra de arte y los 96 pasos que hoy desfilan en la Semana Santa payanesa son un “patrimonio cultural inmaterial de la humanidad”, como justamente lo declaró la Unesco en septiembre de 2009. Por esto los síndicos, que representan a sus familias, tienen un papel importante en la conservación de una tradición que hoy cumple 466 años y que está catalogada por la National Geographic como la tradición latinoamericana más antigua.
El telón de esta Semana Santa 2022 ha caído para todos sus actores, pero el nuevo telón 2023 ya empieza a subir de nuevo en el escenario de las familias de los síndicos de los pasos que desfilan en las ocho procesiones que enlucen nuestra Semana Santa. Nos queda la labor familiar de limpiar, lavar, planchar, reparar, soldar, reconstruir, empacar y guardar los paramentos; continúa pendiente la tarea de revisar la manera como fue cargado el paso y buscar la estrategia para que la próxima vez sea mejor; nos falta monitorear continuamente la salud de los cargueros y poder así subsanar a tiempo cualquier disminución en su capacidad orgánica; debemos definir si las imágenes necesitan restauración y en caso afirmativo hacer las gestiones ante la Junta Permanente para lograrlo.
Y a medida que transcurra el año, la próxima Semana Santa se seguirá dibujando y el telón irá subiendo. Muchos paramentos son guardados en nuestras casas y por ello cada vez que pasamos por el garaje vemos las robustas andas recostadas sobre una pared, recordándonos que pronto debemos armarlas; cuando abrimos el baúl que algún día le confeccionó el abuelo a mi padre, con el único destino de guardar paramentos del paso, el olor de la naftalina, inundando la casa, nos trasmite el mensaje de una próxima lustración de las maderas; al abrir los clósets en sus partes altas, aflorarán la columna del Señor o las jarras de cedro talladas o la lanza del Judío; cuando subamos al estudio sentiremos la presencia del gallo disecado, que hace 2000 años cantó, anunciando al mundo la fragilidad de un Pedro a quien Jesús premió con las llaves de la iglesia católica, que hoy continúa recordando en las calles de Popayán, las escenas sucedidas en Judea. ¡Ojalá los jóvenes de hoy mantengan esta bella tradición!