JORGE ELIÉCER ORTIZ FERNÁNDEZ
Dicen los viejos, que siempre se caracterizan por la sabiduría, que es intrínseca a cada uno de ellos, por su experiencia, que han acumulado con el paso del tiempo y de su quehacer, que a la vejez viruela, y sí, tengo que confesarles, que ahora mismo me ha dado por volver a las aulas universitarias, nada más y nada menos, que para desarrollar la maestría en administración pública, vaya, es un reto bien interesante, que nos lleva a 21 compañeros que hacemos parte del posgrado, a trasladarnos a los siglos XVII y XVIII, épocas donde se empiezan a forjar las primera teorías respecto a la administración pública, exactamente en países, como Alemania, Prusia, Francia, España y Holanda. En los siglos enunciados, se evidencia el surgimiento, del cameralismo, la ciencia cameral y de policía, digamos, escuelas, que se empiezan a formar desde las monarquías, con el afán, de organizar sus riquezas, de cómo preservarlas, no de otra forma, el termino cámara, no era otra cosa, que un salón que disponían los jerarcas para acumular sus riquezas, y donde las familias monárquicas se reunían, para hacer seguimiento a las fuentes de esos tributos y desde luego, donde se diseñaban alternativas para incrementar los ingresos. Pero antes del surgimiento de estas escuelas de la administración, se daban procesos feudalista, donde los monarcas, para tener sosiego en su acumulación de riquezas, pues debían compartir con la clase media; hasta que surge el poder absolutista, encarnado en el rey Enrique V, quien manifestaba, que en la tierra solo importaba el, y era para él, que se debía trabajar, sin musitar una palabra por parte de los plebeyos. He compartido una resumidísima parte de los fundamentos históricos de la administración pública, unidad, con la cual arrancamos la maestría, porque si habrán podido observar, remitiéndonos a lo que está ocurriendo en nuestro país por estos días, pues fácilmente uno podría decir, que no hemos podido superar la historia, circunstancia, entonces, que ha generado un volcamiento a las calles de nuestro país, por diversos sectores sociales, políticos, económicos, para decirle al gobierno, y a quienes hacen parte del estado mismo, que estamos inconformes frente a la redistribución de la riqueza en nuestro país, porque es inaudito, que en cabeza de unas pocas familias, como en el época feudal, estén millares de hectáreas de tierras productivas, y lo más preocupante, que existan líderes políticos, con ropaje de ovejas, pero con el alma identificada de un poder absolutista, que copa todos los espacios de un país, que precisamente reclama participación y reconocimiento. Personalmente, tengo la firme concepción que vamos a superar este difícil trance, desde luego, que jugara papel importante, que el dueño del primer cargo del país, se despeje de egos, e inicie YA, el ciclo de diálogos con los cuales busca consensos, no solamente en el ajuste a la reforma tributaria, creería que ese es el menor de los problemas, lo fundamental, es que, en los acuerdos entregue mensajes claros a las y los ciudadanos colombianos, comprometiendo los esfuerzos institucionales en la formación de un estado consociasional pero incluyente, no como ha sido consuetudinariamente, donde solo participa el gobierno y los caciques políticos.