¡Siempre nos meten Gato por Liebre!


GISELLE DELGADO

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Que difícil escribir esta columna, he tratado de guardar silencio, pues impávida estoy en el país que más improvisación ha tenido en la construcción y sostenimiento de las instituciones del Estado. Todo como conclusión de dos propuestas de gobierno al parecer de aristas de izquierda y derecha. Ambas significativas, con dos resultados casi que empatados en las elecciones presidenciales. El fervor ciudadano repite la rutina que durante siglos ha sido el trapiche que dinamiza las pasiones y las motivaciones políticas.

Desde la época de la conquista, llámese como se llamara el antiguo territorio, siempre se disfrazan los intereses en idealismos que se apartan de la realidad. Pero en ultimas el ápice o vértice es el poder. Centralistas, feudalistas, españoles y patriotas, liberales y conservadores, petristas y duquistas, santistas y uribistas; ambos lados se abanderan de la verdad, de la justicia y de la equidad. Ninguno de los dos habla de las realidades, ni aterriza las propuestas para un país que sucumbe en el hambre, en el analfabetismo, en la indiferencia. Un país que dormita ante la sociedad de consumo, que sesga el pensamiento del más ínfimo ciudadano que se muere en Colombia por consumir Adidas y las marcas del verdadero imperio comercial norteamericano o del actual chino.

Con este pensamiento: ¿cuál ciudadano se detiene a analizar por quien va a votar? cuando de una manera robótica, su pensamiento es manejado por los grandes medios de comunicación que, en anuencia con las entidades bancarias y financieras se burlan de este insignificante arribista, que con su consumo engorda y soporta los grandes imperios que no sólo manejan el consumo, sino la justicia de nuestro país, la que termina obedeciendo las decisiones de la justicia norteamericana.

¿Qué tienen en común esas dos posiciones viscerales, las caciquescas o de castas políticas y las alternativas que se oponen? Lo que tienen en común -hay que decirlo, es el fervor de sus simpatizantes que llegan hasta a ofenderse con improperios y epítetos degradantes. ¿en qué se diferencian? En la astucia que tienen los que llevan mucho tiempo en el poder y que ponen a su servicio las llamadas maquinarias. Pero a la hora de la verdad, el país engañado, por decisiones entrañables termina entregándole el poder a un joven que improvisa, a un cacique al que cogieron fuera de base y a unas entidades mafiosas que atracan el país, mientras el pueblo se entretiene con las falacias que los medios les impone.

Y así seguimos creyendo que Colombia nunca va a llegar ‘a estar como Venezuela’ sin darnos cuenta siquiera, que hace rato estamos peor que nuestros hermanos venezolanos. ¡Siempre nos meten Gato por Liebre!