Por Argenis Diago
Especial para EL NUEVO LIBERAL
Ana Lucía Pérez de Salinas: Maestra, amiga y madre, nos dejas en este día de nostalgia y recuerdos. Su fortaleza y su sabiduría inspiraron su vida siempre. Amó a Popayán y su ciudad le devolvió el reconocimiento y la gratitud que ella transformó en servicios, en todos los actos de su existencia.
Desde muy joven fue escogida para visitar sitios escolares en E.E. U. U. Regreso a su ciudad amada y aplicó sus conocimientos y experiencias en la educación de esta hermosa villa, las que fueron usufructuadas por un sinnúmero de niños, niñas y adolescentes payaneses. Estudió Licenciatura en Español y Literatura, en la novel Facultad de Humanidades, que creó la Alma Mater. Con gran talento y pasión leyó los escritores Latinoamericanos.
Más tarde adelantó estudios en Derecho en la Universidad del Cauca, en la que obtuvo el título de Abogada, que portó siempre con orgullo. Aplicó sus conocimientos en todas las facetas de su vida. Nunca perdió el entusiasmo por el hombre y por la vida. Su filosofía era propia a la de una persona Renacentista, amante del arte y las cosas hermosas. Disfruto de las cosas sencillas y cotidianas como una síntesis de su espíritu libre y descomplicado. Ella era la heroína que, con cierto Humanismo, hacia resaltar aquellas vicisitudes del diario acontecer, con fortaleza, con talento y con bondad.
Ejerció la amistad como un valor supremo de los seres humanos. Amó la música y la alegría, con la buena sensibilidad de una dama Payanesa. A sus amigos les dio siempre su cariño fraternal.