San Francisco, el paraíso del libre albedrío

MABEL LARA

San Francisco florece. En plena primavera la ciudad parece pintada como un cuadro de Moet,  chorros y chorros de colores abundan en jardines gubernamentales, en las puertas de las fundaciones y ONGs que aquí subsisten y especialmente afuera de las “painted ladies (damas pintadas), casas en estilo victoriano pintadas de tres o más colores  que se mantienencon cuidado sacro en  California.

Cada pedacito de su más de 121 km2 de longitud está cargado de sentido y quizá ese es el espíritu que acompaña a los turistas. Fundada en en 1776 por colonos españoles, el condado de San Francisco se convirtió en la puerta de entrada del Océano Pacífico gracias a la construcción de la puerta dorada o el famoso Golden Gate ubicado en el estrecho que separaba la bahía de San Francisco de la península de Marín . Mas allá de su color marrón intenso y de ser uno de los puentes colgantes más importantes de Norteamérica la puerta dorada es uno de los monumentos más importantes de la época de la fiebre del oro en este Estado.

Miles de personas llegaron hasta aquí en busca del preciado metal. Todo un fenómeno social que trajo a decenas de miles de personas de Estados Unidos, Europa, Australia, América Latina y Asia quienes transformaron repentinamente y de manera espectacular una pequeña aldea que pasó a convertirse en una gran ciudad con colegios, iglesias, escuelas y sectores que aborrecieron específicamente a los ciudadanos chinos que llegaban por doquier.

Fueron y han sido los chinos los únicos inmigrantes a cuya nacionalidad les fue prohibido el ingreso al país. Cansados de la guerra del opio, de las hambrunas y buscando nuevos rumbos millones de chinos llegaron hasta aquí con mano de obra barata que puso en desventaja al resto de habitantes y motivó leyes xenófobas que prohibían su ingreso. Esta resistencia  permitió el nacimiento de ChinaTown ciudadanos de procedencia geográfica similar ubicados a las afueras de la nueva ciudad quienes se fortalecieron comercialmente y motivaron nuevas reglas de la oferta y la demanda en todos los Estados Unidos.

Pero su historia apenas comenzaba, como ciudad Puerto y tras la Segunda Guerra Mundial San Francisco también se convirtió en el albergue de soldados sacados de las filas del ejército por ser considerados homosexuales y fueron enviados al Castro. The Castro es otro de esos lugares fascinantes de la capital primaveral quien debe  su nombre al líder mexicano José Castro,  Guerrero latino que luchó contra la toma Estadounidense en el siglo XIX  de California. Con el paso del tiempo este distrito se convirtió  en el destino turístico homosexual más atractivo del mundo, gracias a ppersonajes como Harvey Milk, activista gay quien ubicó su local de venta de cámaras fotográficas en el lugar y desde aquí batalló por los derechos legales de su comunidad para luego convertirse en el el primer homosexual conocido que ostentó un cargo público.

Y no sólo los chinos, los gays, sino también los hippies, bajo la misma sombrilla de la guerra de Vietnam el movimiento hippie se tomó las calles del distrito con sus discursos del poliamor y el consumo libre de alucinógenos. ELSD y Marihuana completaron el escenario de liberalidad de esta región del oeste próxima a Texas, uno de los Estados más conservadores, clasistas y xenofobos en la historia de esta nación.

Hoy por hoy San Francisco se mantiene vibrante gracias a sus batallas y luchas por la igualdad y la libertad. Fue el primer distrito en América en aprobar el consumo medicinal de marihuana, fue también el centro de la epidemia del VIH y hoy le gana la batalla al problema con ostentosas campañas de prevención y atención a la población. Fiel a su espíritu de congregar es también una de las ciudades con mayor número de Homeless, o habitantes de calle.  Muchos de ellos deambulan con sus animales, sus trastos sucios y su desencajamiento, producto de los ataques de abstinencia y ansiedad tras jornadas desmedidas de consumo de crack.

San Francisco fue considerada en el 2015 la mejor ciudad para vivir en los Estados Unidos, por su amplia cultura popular, por su arquitectura y bellos paisajes, por su liberalidad, por el nivel de educación de su población y por su vibrante pasado y activismo social que hace sentir  como propio a cualquier extraño; y  sin lugar dudas es también el paraíso del libre albedrío que batalla con sus habitantes entre la libertad y el libertinaje, es el modelo perfecto de lo que podría ser cualquier nación que de manera democrática y consiente provee a los ciudadanos de todas las herramientas para vivir pero donde finalmente decides  hasta dónde quieres llegar.