Románticos, pero no ingenuos

ALEJANDRO ZÚÑIGA BOLÍVAR

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Hay varias formas de ver la crisis por la que atraviesa la justicia. Una que nos vende una profunda desesperanza en las instituciones y otra que brinda la oportunidad de consolidarlas en beneficio de todos.

Esperamos que la atención de la opinión pública, a través de los medios de comunicación, permita que los procesos políticos – como el caso del ante juicio en la comisión de acusación – y los jurídicos que vienen adelantándose arrojen resultados que nos permitan conocer la verdad sobre nuestra rama judicial.

Mientras esto ocurre, es importante no caer en el afán inquisidor de condenar a toda una institución por las gravísimas denuncias que hemos conocido. En el caso de la rama judicial, tengo el gusto de conocer a muchos funcionarios públicos, jueces y magistrados honorables y estoy convencido que las personas comprometidas con administrar una justicia con altos estándares éticos conforman la mayoría de quienes tienen el honor de servirnos en esta dignidad.

En algunos casos he tenido diferencias conceptuales sobre la forma en la que se aplica el derecho e, incluso, he llegado a pensar que hay fallos mal concebidos por el mal manejo de las instituciones. Sin embargo, nunca he sentido que las decisiones judiciales hayan estado motivadas por la corrupción.

El grupo de románticos al que pertenezco creemos en las instituciones, pero no somos ingenuos. Sabemos que la justicia tiene intereses por el mal diseño que previó la constitución del 91 sobre nuestro aparato de justicia y no queda más que una asamblea nacional constituyente que nos permita repensarnos la estructura de la justicia. Lamentablemente, los temores derivados de la coyuntura actual y el alcance de esta figura no permiten vislumbrarla en el corto plazo.

De todas formas, creo que no podemos perder la oportunidad de que se levante completamente el telón que cubre hoy a la minoría de funcionarios corruptos que se valen de sus dignidades para su propio beneficio.

En este contexto, sería muy importante que pudiéramos hacer un diagnóstico sobre la forma en la que está compuesta la justicia en el Cauca. ¿Qué tal nos encontremos con los mismos patrones de corrupción que estamos viendo en las altas cortes? Ojalá que no, pero ya que empezaron a levantar el telón… sería ideal que diéramos una revisada en estas tierras en donde se acostumbra copiar las mañas y no las virtudes.