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Con la quinta versión del encuentro de sabores y saberes, estudiantes y docentes buscan que la comunidad se apropie de su alimentación con especies nativas, y que se retome la agricultura en esta zona para que no se pierda esa relación con la madre tierra.
Por: Olga Portilla Dorado
Torta y dulce de arracacha, arepas de maíz amarillo, colada de zapallo, dulce de batata, mazamorra de mejicano, dulce de chachafruto, papa guisada, frita y papa ‘endiablada’; entre otras preparaciones, fueron compartidas en el quinto encuentro de saberes y sabores en Polindara, Cauca.
Polindara, es un resguardo indígena del municipio de Totoró, ubicado aproximadamente a una hora de Popayán. Alrededor de 3.083 personas agrupadas en más de 900 familias habitan este pequeño pueblo indígena, en el cual la base de su economía es la agricultura, a pesar de que tan solo cuentan con 2.222 hectáreas de tierra.
Para los polindaras, mantener la relación con la ‘madre tierra’ es esencial, especialmente cuando de producirla se trata, “si uno no fortalece sus productos nativos queda dependiente de otros, es que cada semilla, cada producto conserva un saber y si los preservamos nos fortalecemos y mantendremos nuestra propia identidad, porque mientras no produzcamos nuestra propia comida, seremos un pueblo arrodillado”, dice Benigno Fernández, dinamizador de la Institución Educativa Polindara y miembro del Cabildo.
De ahí que el objetivo de este encuentro de saberes y sabores que se realiza desde hace cinco años en este pueblo indígena, sea el de fortalecer y crear una soberanía alimentaria para que así mismo haya un mayor consumo por parte de toda la comunidad del resguardo, de lo que su tierra produce, y también de la variedad de alimentos que se pueden preparar con algo de ‘innovación’, tal y como lo han venido experimentando los estudiantes del colegio del resguardo.
“El objetivo es hacer que la gente siembre, pero también incentivamos el consumo porque así no se pierde la semilla, es que no es guardarla en un frasquito sino tenerla viva en las huertas que es la mejor manera de conservarla”, explica la docente y coordinadora del encuentro Mónica Solarte.
La docente, también señala que en este proceso ha sido fundamental el trabajo que vienen desarrollando con los estudiantes, especialmente con los de noveno y décimo grado, a quienes se les hizo entrega de unas semillas: batata, granadilla e higuillos, cinco de cada especie para que sembraran en sus huertas caseras e involucraran a sus padres en el cultivo y consumo de éstas, porque eran especies que en Polindara -incluso en gran parte del municipio de Totoró- se estaban perdiendo.
“Participan todos, muchos estudiantes han recogido los saberes de sus mayores, por ejemplo han retomado las recetas tradicionales, ellos van a su casa preguntan y son sus mamás y abuelas las que los ayudan. Otras preparaciones las hemos investigado y otras pues las logramos experimentando, aquí hay mucha innovación, y a los niños les fascina hacer esto”, señala la docente.
Y es que durante el encuentro, donde también hubo espacio para el arte, pues antes de que los invitados y asistentes recorrieran una a una las mesas donde los estudiantes de las diferentes instituciones tenían las degustaciones; los diferentes grados escolares presentaron obras de teatro, danzas y chirimías alusivas a los alimentos que cultivan en su pueblo.
Por grupos de cinco personas, organizados por la guardia indígena del colegio, iban pasando los invitados. En sus manos: un plato, una cuchara y un vaso, al final del recorrido, los recipientes no se daban abasto para recibir todas las degustaciones preparadas por los estudiantes de la IE Polindara y sus sedes provenientes de las veredas Bejucá, el Baho, la Unión, Polindara, San José y Anto Moreno; además los colegios Agroecológico Polindara y San José, y las instituciones que llegaron de otros municipios como Cerro Alto de Caldono, y la Institución Educativa Manuel José Mosquera Vidal de Paniquitá.
“Todo lo que hay acá es para compartir, nada se vende. La idea es que prueben lo tradicional y también los otros productos que con base en los alimentos que se cultivan en las huertas de Polindara hemos venido elaborando. Con este encuentro les mostramos que si los niños ven de otra forma preparada la comida se la comen, lo que es la batata, la arracacha, el zapallo, todo eso te lo van a consumir sin ningún problema”, señala la profesora Mónica.
A eso del mediodía, las bandejas, tinas y ollas iban quedando vacías; la conclusión: el quinto encuentro de saberes y sabores había sido un éxito. El intercambio entre estudiantes, padres y docentes había tenido una buena acogida y el proyecto del resguardo indígena Polindara, una vez más tomaba forma para seguir recuperando sus raíces, la relación con la tierra que cultivan, y así preservar su cultura y autonomía.
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