NELSON PAZ ANAYA
La mañana del treinta de enero de 2021 en la ciudad de Popayan, bajo uno de sus cielos hermosos, se apreció un espectáculo pocas veces visto, a uno de los helicópteros que en esta ciudad vuelan como abejas encima de la colmena, le colgaron la derrumbada estatua de Don Sebastián de Belalcázar, voló colgado de una cuerda, atravesó la ciudad, seguido por las cámaras de quienes sufrieron el espectáculo y de los otros que disfrutaron su partida.
Por hoy dejamos el tema, en suspenso, ya habrá oportunidad de volver sobre sus significados y sus simbolismos, sus mensajes, la leyenda, la historia y las consecuencias políticas, económicas y sociales, todo en relación con el entorno, la intencionalidad de su colocación, las épocas que se viven y las razones, causas de la acción Misak y la actitud del Ministerio de Cultura, de no volver esta estatua al sitio fijado en 1.940. Por ahora dejemos a Don Sebastián volando.
Pero el afán del día a día, indica no distraer la atención, de pronto hay asuntos que de alguna manera se pueden postergar, sin embargo escuchando a profundos conocedores del sistema de salud y de sus estadísticas y proyecciones, de sus preocupaciones por las consecuencias que pueden llegar a presentarse, prudente es comentar lo pertinente.
La acción del gobierno, del sistema de salud, del esfuerzo presupuestal, de las entidades, se ha concentrado en la urgencia, en la prioridad de la pandemia, no en vano se da el informe presidencial todos los días convocando a todas las organizaciones gubernamentales con el fin de contar de sus milagros y virtudes.
La presentación de las estadísticas, con seguridad mostradas con el fin de crear en la población la actitud de la prevención, terminan ocasionando otro problema social de mayores consecuencias, y son los temores y los daños a la salud mental que están creando, uno de ellos el represamiento de innumerables casos de enfermedades que no tienen tratamiento porque los centros de salud los tienen aplazados y otros porque los pacientes no van a consulta y a los hospitales por susto del contagio.
El tema es de tal magnitud, que una decisión acertada del gobierno sería designar un Ministro para la pandemia y otro para la prevención y programación de cómo sería la atención de los represamientos, la crisis le ha mostrado al gobierno y al país, en donde el sistema de salud funciona y en donde no, no se debe perder la ocasión para renovar lo que sea pertinente.
Las fallas del sistema de salud, no son de este gobierno, tienen un acumulado de muchos años, la corrupción en este sector ha sido peor que la pandemia, por esa razón el virus llego y no habían ucis disponibles, menos camas con respiradores artificiales, correspondió un esfuerzo grande para tratar de estar al día con la demanda de urgencia.
Afortunadamente frente a todas estas dificultades, está la inmensa respuesta de las personas vinculadas al servicio de salud en todos los niveles y en todas las regiones y circunstancias, si hay un elemento que alimente la esperanza de la superación de la crisis, son los porteros, los conductores, los auxiliares, los enfermeros, los médicos, los administrativos, todos los que se exponen por el contacto con los pacientes en riesgo de contagio.
Son innumerables los sacrificios con fallecimientos de personas de este sector, la nación tiene una deuda histórica con ellos, imprevisible la catástrofe si no hubiera tenido el país esta fortaleza, nadie ha abandonado su sitio de atención, aun cuando los salarios no han llegado después de largos atrasos, y aun los elementos mínimos de protección.
Su ejemplo, su abnegación ha ayudado a fortalecer el alma de los colombianos, que todos los días sufrimos el impacto del fallecimiento del familiar, del amigo, del pariente, del conocido, del ministro, de esa persona distante que se convierte en un número y en porcentaje que sube o baja el contagio y hace parte de unas estadísticas que a su vez ocultan las otras muertes, las de los accidentes, las del hambre, las de la violencia. Más allá de posiciones ideológicas, políticas, territoriales, religiosas o de cualquier condición o circunstancia, hay un deber de nación que debe formar un propósito: crezcamos el sentimiento de solidaridad, para enfrentar las incertidumbres del futuro, que no será fácil, máxime cuando no se puede olvidar la pandemia corto las expresiones de protesta que sacudían el mundo.