CLARA INÉS CHAVES
Exdiplomática y escritora
Celebramos un año más de nuestro grito de independencia; pero, como sociedad, seguimos divididos peor que en la época de la emancipación. En aquel período se discutía si deberíamos ser un estado centralista o federalista. Si debíamos seguir con la gesta libertadora o formar un Estado como lo proponía Santander.
En la actualidad nos matamos por el control del territorio y de las rutas del narcotráfico, nos estigmatizamos entre derechistas e izquierdistas e ignoramos la existencia de la política de centro como una fuerza que puede unir al país y cambiar el rumbo de la historia.
Antes nos conocían por la tenacidad que representó la Gran Colombia, ahora, por mercenarios, narcotraficantes y paramilitares. Pero, si bien hemos retrocedido en la historia, algunos podrán decir que hemos avanzado en otros temas; no pretendo mostrar una visión negativa del país, sino llamar la atención para que no seamos conformistas, sino que nos unamos por hacer de Colombia el país que todos merecemos tener: una potencia, tanto en biodiversidad y variedad de climas, como en riqueza natural; un país incluyente, equitativo, justo, desarrollado y en paz.
Fuimos la esperanza de la integración regional; ahora somos la piedra en el zapato de algunos países vecinos. Hemos perdido el norte por centrarnos en temas polarizantes que desgastan la justicia, promocionan la corrupción, y debilitan la gobernabilidad y la democracia.
El celebrar una vez más nuestro día patrio debe ser un llamado a la reflexión para cumplir con las obligaciones que como colombianos tenemos para con el país. El patriotismo no se refleja en darnos golpes de pecho e izar la bandera, sino en ser solidarios, reconstruir valores de nación y cumplir con nuestras obligaciones, entre ellas las de no vender el voto, fortalecer la democracia votando a conciencia y por el mejor, no por el que ofrezca mejores prebendas.
El ser humano tiende a generalizar; por ello es importante que aprendamos a resaltar nuestras fortalezas dentro y fuera de nuestro territorio pero también, sin egoísmos, a aceptar las mejores propuestas para nuestro desarrollo así vengan del partido contrario al nuestro. Solo con ideas, tolerancia, respeto y solidaridad podremos construir la paz.
La imagen del país es fundamental; por ello debemos actuar de acuerdo con las estrategias y políticas públicas y la agenda internacional. Debemos ser conocidos como un país amante de la paz, que implementa los acuerdos de La Habana por los que se jugó la comunidad internacional. Debemos ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos y mantener un espíritu crítico y constructivo sin imitar a Pilatos, sino como constructores de esperanza y unión.
Qué difícil es ser colombiano cuando de la división lo único que se siembra y recoge es el odio. En nuestras manos está el reconstruir el país. Preguntémonos qué clase de país queremos tener y cómo queremos que el mundo nos vea y nos reconozca. Si estamos de acuerdo en nuestra visión de país, apostémosle por el fortalecimiento de la democracia y digámosle un NO rotundo a aquellos políticos y partidos que solo piensan de manera egoísta y no en el bien común de todos los colombianos. Esa debe ser la apuesta: la reconstrucción de los valores, la presencia del Estado en toda nuestra geografía y el fortalecimiento de la democracia, la paz y la equidad con justicia social.