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Circularon muchos rumores, después de que en forma intempestiva se retiró de la “banca”, que durante los últimos años había ocupado, y de la que sin duda, es residente estrella de la sociedad económicamente inactiva. Días después de su dimisión, rompió el silencio para contarme las verdaderas razones, explicando por qué no le jala a ninguna candidatura.
En esta leyenda, describo cuánto le dolió tomar tal decisión. La tomó con sus tres hijos y su esposa. Fue unánime, pero salió por la puerta grande. Aunque es de esas personas que no le gusta autocalificarse, salió del cargo sin cargos, y con la conciencia tranquila.
Ahora, se acostumbra salir por la puerta trasera, chamuscados, y llenos…de citaciones ante las IAS. Son estilos de personas, estilos de secretarios, de alcaldes. En ese “chambumbe” o mezcolanza, se mueve Popayán, me dijo.
Ciertamente, es doloroso el desprestigio entre unos y otros. Por ello, ahora nadie de valía, quiere servir a Popayán. Una cosa son los comentarios propositivos y otra la crítica maledicente que carcome como el cáncer. Popayán con huecos, sucia, desgreñada, con trancones, se asemeja a un habitante de la calle, mueco, barbado, sucio, abandonado en un andén impidiendo el paso. Popayán carente de cultura ciudadana, sin parqueaderos, obsoleta semaforización, obras públicas sin planificación genera trancones, y sin guardas de tránsito que controlen el tráfico. Cualidades nocivas para Popayán. No es que solo se vea la parte negativa, sino que como según parece, en los consejos de gobierno no se dice de frente el “pereque “o molestias, que padece la ciudadanía para no incomodar al alcalde, entonces las redes sociales enjuician. Aunque es injusta la calificación de la imagen del alcalde, que se dio la “pela” para reformar “pachorrudamente” las calles, pero al gobierno le faltó comunicar más. Es muy importante, porque la ciudad necesita que le cuenten las cosas. Quiero creer que la ciudad desconoce lo que se ha hecho.
Luego, confesó: Yo quería, pero habría sido un mal alcalde ¡En esta ciudad, cualquiera puede ser alcalde! Para ser pésimo alcalde, sobran parroquianos. De nada vale el saber, solo apetitos personales, sin importar el pasado. Lo único que se necesita son: votos, dinero y ganas.
De mi parte, sostuvo: “Antualito”, mi cédula tiene fecha de retiro forzoso. Jubilado en la banca de las palomas caídas del parque, con la única ambición de seguir contribuyéndole a mi Popayán del alma, como simple ciudadano.
Pero, la ciudad tiene personas con dignidad, gallardía y trabajadoras para ser alcalde, lo que pasa es que nadie quiere ser objeto de vejámenes. Mientras exista ese estilo de los alcaldes que los lleva a estar “acuscambados”, pese al “acompañamiento” del gabinete y de los políticos, siempre estarán íngrimamente solos, sin nadie que lo defienda. Entre tanto, gremios, empresarios siguen dedicados a sus negocios, y la dirigencia payanesa ocupada en sus quehaceres.
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