HUGO COSME VARGAS
El Ágora griego representó durante varios siglos el centro del pensamiento helenístico, donde se discutían los principales problemas sociales, económicos y políticos que la ciudadanía vivía, generándose allí una cantera importante del conocimiento humano, que siguió transmitiéndose de generación en generación, más adelante organizado en universidades. Hoy, nadie duda de la importancia trascendental que tiene la educación en una persona, hecho en el que, si bien hemos mejorado en los últimos años, aún nos encontramos distantes de una Colombia más igualitaria y bien educada. Nuestros abuelos pudieron avanzar hasta la educación primaria de esa época, mientras que nuestros padres coronaban con dificultades el bachillerato, pero se esforzaron para que sus hijos alcanzáramos la universidad. Los de esta generación tenemos claro que nuestros hijos e hijas podrán llegar al nivel del posgrado, y quizás de varios posgrados. Pero falta mucho por hacer, de allí que hayamos estado atentos a las propuestas que los candidatos a la presidencia de Colombia están presentando sobre la educación, entre las cuales sobresale la del profesor Fajardo, quien ha sido obsesionado con este tema desde que quiso hace 25 años hacer buena política.
En un documento de 18 páginas reafirma su convicción de que la educación es un verdadero motor de transformación de la sociedad, con la cual todo se puede alcanzar en la vida, y por ello debe masificarse en el país. Y como buen matemático que es sabe que cualquier propuesta seria debe fundamentarse en un buen diagnóstico, que él resume en 6 aspectos: nuestro actual nivel educativo reproduce la desigualdad social que impera en la sociedad; hay serios problemas de acceso a la educación, de permanencia en ella y de resultados del aprendizaje; existen deficiencias en el aprendizaje, especialmente en los contextos ciudadanos más vulnerables como son los hogares con pocos recursos económicos, los padres con bajo nivel educativo, los estudios en zonas rurales, en general, y en zonas de conflicto, en particular; las trayectorias de la vida se definen desde la cuna y no desde la universidad; la situación de los docentes es precaria; y la educación superior está dejando por fuera la mitad de los jóvenes con edad para estudiar en las universidades.
Algunas cifras que soportan lo anterior: de 100 niños o niñas que inician educación preescolar, sólo 56 terminan educación media, pero de estos, 22 logran entrar a una universidad y al final sólo 13 pueden terminar un estudio superior. ¡Vaya panorama! O esta otra cifra: el 49% de los adolescentes de 15 años demostraron en pruebas Saber realizadas antes de la pandemia, que carecían de comprensión lectora.
En 6 grupos categoriza el profesor Fajardo sus propuestas: recuperar el rezago educativo que dejó la pandemia en Colombia, habiendo dicho el Banco Mundial que se perdió 1 año de escolaridad en la zona urbana y 2 años en la zona rural; la educación en la primera infancia, además de ser para todos los niños entre 3 y 5 años, debe incluir un componente asistencial integral-cuidado, salud y nutrición-, pero también un componente pedagógico; en el campo de la educación básica y media se debe realizar un gran acuerdo pedagógico nacional donde se definan cuáles orientaciones curriculares están vigentes y crear los nuevos currículos que se necesiten, haciéndolos más flexibles y atractivos para los jóvenes, especialmente los del campo donde, además deben ser de pertinencia regional; en la educación superior, incrementar sustancialmente los recursos presupuestales a la educación superior pública, pero exigiendo en contraprestación metas de cobertura y calidad, impulsar a fondo la universidad virtual como un medio para llegar a todo rincón colombiano y fortalecer al Sena, mejorando cupos, calidad y empleabilidad; en el campo de los docentes, formalizar la carrera docente de los educadores, estructurar programas de formación para ellos, incluyendo escuelas pedagógicas innovadoras y becas para posgrados en el exterior; y, finalmente, hacer realidad el programa “Nueva generación rural”, que arranque desde el nivel de atención integral a la primera infancia, articule la educación media con la superior, se creen escuelas de campo y se permita que el Sena asesore también a las microempresas campesinas. Y lo más importante: Sergio Fajardo sabe cómo hacerlo. ¡Medellín y Antioquia lo testimonian!