¿Procesiones de Semana Santa en Popayán elitistas o mezquinas?

HERMAN MONTOYA LLANTÉN

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Esta semana planteaba el hijo ilustre de la Villa de Céspedes, Gustavo Álvarez Gardeazábal que los nuevos ricos de Popayán, estaban negando la realización de la procesión del lunes Santo, denominada por él como “la procesión del pueblo”.

Lo cual podría significar que la procesión tradicional, que se realiza el Domingo de Ramos y continua de Martes a Sábado Santo, no es del pueblo, un asunto lejos de la realidad porque sus actores son payaneses, que si bien han adquirido sus derechos por herencia, pertenecen a todos los estratos sociales, carpinteros, artesanos, empleados, ministros, congresistas, etc., es decir una muestra representativa de los payaneses. Por supuesto no es fácil ingresar porque los derechos se adquieren por tradición.

La resistencia de la tradicional Junta Pro Semana Santa se fundamenta en el reconocimiento adquirido ante la UNESCO por más de 450 años, sin embargo al final, a pesar de eso el alcalde termino por autorizar la realización de la procesión del lunes, por razones de pluralidad e inclusión.

Superado de manera temporal el inconveniente, la lección que nos debe quedar a los caucanos es que no nos debemos dejar dividir por situaciones superables con el dialogo.

Nos podemos dar cuenta que el asunto no es de elites, es más de un sentimiento de mezquindad venido de los bandos en disputa, los de la vieja tradición al negarse a dar participación a los nuevo actores y la “Junta Alterna” como ha sido bautizado el grupo promotor del lunes, porque han llevado la diferencia a lo personal.

La mezquindad es un comportamiento que no le permite a los seres humanos compartir para generar las sinergias necesarias para crecer. Esta conducta la vemos en nuestras actuaciones diarias, por ejemplo, existe mezquindad entre la Liga Caucana de Futbol y El Municipio de Popayán, no cede ningún lado para llegar a un acuerdo, mientras Antioquia califica al Atlético Nacional como el mejor equipo del mundo, nosotros no tenemos siquiera un estadio decoroso.

El fin último de la humanidad debe ser conservar la especie humana, pero si continuamos cultivando la mezquindad, el egoísmo, si no reconocemos al vecino, no le damos participación vamos a terminar devorándonos.

Comienza la Semana Santa, época que los cristianos tenemos para el recogimiento y la meditación, pero que también deberían aprovechar los que no creen en Dios, para reflexionar sobre los retos de esta humanidad agobiada y doliente, la cual no sobrevivirá si no es con trabajo solidario.