En este mes de marzo vuelve a repetirse la acción terrorista, ahora en Londres, de gran efecto internacional, como lo fue el 11 de marzo de 2004 contra Madrid y los del el 11 de spbre de 2001 en Nueva York. Son muchos ese tipo de casos tan trágicos, repartidos por el mundo con la advertencia de que no dejarán de ocurrir.
¿Quiénes son los responsables? Y además, ¿Qué lleva a alguien a cometer tremendas atrocidades?. Encontramos como respuesta que han sido ISIS, Osama Ben Laden o el Estado Islámico, con el pretexto de que deben hacer uso de esa violencia para combatir las injusticias y desigualdades perpetradas por Estados Unidos y otros países occidentales contra el mundo árabe.
Para nadie que tenga dos dedos de frente, es aceptable tampoco que en Colombia aparezcan guerrillas que también ejecutan actos terroristas, con el pretexto de que así se combaten las desigualdades reales que aquí existen, en gran parte generadas por los famosos inversionistas que se apoderan de los bienes naturales o los servicios de todos los colombianos y los ponen a su exclusivo beneficio, con el pretexto de que solo es el accionar de la libre empresa, que debe retribuir los beneficios económicos correspondientes, por el hecho de acometer ese “atrevido riesgo” de invertir.
Por el artilugio de aquellas leyes diseñadas para privilegiar la inversión capitalista, generalmente los funcionarios públicos hacen malabares dirigidos a poner al servicio de esos inversionistas los bienes públicos de los colombianos y no extraña adicionalmente, que en algunos casos puedan de rebote beneficiarse esos funcionarios con alguna porción de los bienes públicos puestos en manos de esos inversionistas privados.
Aquellos hechos que beneficien el bolsillo de los inversionistas y que perjudican a la comunidad van transitando caminos de corrupción y se convierten en generadores de violencia muchas veces incontrolable.
Ha quedado en el ambiente de Popayán el interrogante de si fueron malabares de esa clase, los que se aplicaron para quitarle la actividad oficial del manejo del servicio de aseo a la Alcaldía Municipal, para entregársela a una empresa que deja mucho que desear ante sus múltiples deficiencias demostradas.
Por lo visto, parece que quienes entran a los cargos de gobierno por los votos ciudadanos, cuando les corresponde resolver sobre la ejecución de los servicios de aseo, alcantarillado, gas y energía, han encontrado en las comunidades de Popayán y el Cauca un montón de minusválidos, incapaces de atenderse sus propios servicios y por lo mismo, tienen que clamar que venga el famoso inversionista a resolver los asuntos de estos pobrecitos tan inválidos.
Se evidencia ello con los negocios que se hicieron para ejecutar los servicios de energía eléctrica, desconociendo capacidades y derechos de los caucanos. Fueron entregados patrimonios caucanos para enriquecer patrimonios privados, en una componenda en la que a todas luces, por desgracia se prestó el movimiento sindical de la mano de la Superintendencia de Servicios Públicos.
En cuanto al acueducto municipal, al parecer lo han venido privatizando por pedacitos y ya es hora de anteponer nuestro amor propio en el primer lugar, para que guie a la comunidad municipal y su gobierno de tal manera que se ponga a funcionar todo el sistema con eficiencia y sin contratos parciales privatizadores.
Comentarios recientes