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[su_heading]Con singular campaña, un joven busca la solidaridad ciudadana para recoger fondos y conseguir que los semovientes ya no trabajen más.[/su_heading]
Seguramente usted al transitar por el parque de Caldas se ha encontrado a un caballo, pero no de cuatro patas, sino a un personaje anónimo detrás de un disfraz de semoviente. A su lado está una urna de madera que tiene rotulada la inscripción “gracias a tu apoyo habrá un caballo menos en la ciudad forzado a trabajar”.
Hablamos con Fernando Melenje, el joven que día a día desde las 9:00 de la mañana hasta las 6:30 de la tarde se para en una de las esquinas del parque a esperar que los transeúntes donen algún dinero para su causa en favor de los caballos que arrastran las carretillas y en muchos casos son maltratados. “En este momento estoy dedicado 100 por ciento a esta campaña que busca la libertad de los caballos que a diario sufren en la ciudad”. Su meta inicial es conseguir que al menos tres semovientes se libren de las pesadas cargas.
El atuendo, que lo confeccionó la mamá de una amiga de Fernando, es para llamar la atención, y sí que lo hace, mientras hablábamos, un niño que pasaba por el lugar le dijo –Adiós caballito-, otras personas posan sus miradas en la singular figura y otras se acercan a depositar una moneda o solo curiosean.
Fernando nos dio la entrevista sin quitarse la máscara de caballo color canela y beige. Su voz, un tanto opaca debido al atuendo, sigue explicando cómo nació esta peculiar cruzada. “Esto nace de un estudio de aproximadamente dos años porque siempre me han llamado la atención los animales y en especial los caballos y es muy cruel el trato que les dan, por eso se me ocurrió hace un mes salir a la calle a recolectar el dinero y poder darles la libertad. El calor aquí dentro es intenso, debo estar en la sombra e hidratado pero debemos aguantar porque estamos en una pelea dura”.
Según dice, la campaña es de buena aceptación porque hasta felicitaciones le dan, sin embargo los recursos que recoge no han sido muchos y los que obtiene los guarda en alcancías. Al comienzo tuvo la colaboración de varios estudiantes pero debido a las ocupaciones de ellos quedó solo.
“Mi propósito es darles otra alternativa de trabajo a los carretilleros, concientizarlos, estamos en una época que los animales no deberían ser esclavizados sino cuidados. El sueño es que no se vean más carretillas en la ciudad, incluso, ayudar a otros animales que están sufriendo”.
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