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    Popayán = Subsidios

    GUILLERMO ALBERTO GONZÁLEZ MOSQUERA

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    Los hay de toda clase y para todos los gustos. Una familia común y corriente de las clases populares, puede vivir tranquilamente dedicada a recibir los subsidios a los que está registrada la cabeza de la casa. Mi amiga Isabel, una campesina del sur de Bolívar, me lo ha confirmado recientemente. Recibe subsidio de tercera edad porque tiene más de sesenta años, está inscrita en Familias en Acción, cobra los subsidios de los dos hijos menores, ahora me dice que tiene derecho a recibir $170.000 cada mes por el subsidio nuevo de Duque para lidiar la pobreza, cobra el subsidio alimentario para ganarse el apoyo del ICBF y, como si fuera poco, negocia la vivienda por la Caja de Compensación Familiar, para ganarse los intereses del crédito. Los muchachos no trabajan, viven con ella, pero cobran el subsidio de Jóvenes en Acción que les representa un ingreso superior a $220.000 en conjunto. Sumados estos subsidios, que se aumentan en el paquete que recibe en la alcaldía por alimentos, puede Isabel vivir tranquilamente sin que le falte nada para poder pagar servicios y mercado.

    Como ella hay muchas personas en la ciudad cuyo principal negocio es hacer fila en las instituciones financieras para recibir lo que les corresponde. Isabel es madre soltera, con marido perdido hace muchos años pero dice que no le hace falta el varón para administrar su casa, que dejó arrendada en Bolívar por una miserableza, pero que se suma a los anteriores dineros que cada mes cobra en los bancos.

    Muchos otros habitantes de Popayán viven de ser “mulas” o son jubilados o reciben ingresos por primeros conceptos de comercio o servicios. ¿Cómo puede progresar así una ciudad? Es la pregunta que todos nos hacemos a la hora de comparar indicadores que periódicamente publica el DANE. Isabel morirá algún día y sus hijos se la ingeniarán para seguir recibiendo subsidios y más subsidios indefinidamente, incluido el de vivienda, que por ser un barrio de invasión no incluye en sus cuentas y que tarde o temprano recibirá escritura por el lote.

    Basta mirar las largas filas que se forman en los bancos en los primeros días del mes. Obedecen al cobro de subsidios, pues la bancarización es muy baja. Solo una parte se deposita en las cuentas de los clientes y es ésta la oportunidad de salir a dar una vuelta por el centro, conversar con los amigos y pasar el tiempo en una inutibilidad que puede crear tranquilidad, pero que también es una forma de mostrar el nulo movimiento comercial de una ciudad sin soluciones económicas.

    Coletilla Gastronómica. Por obvias razones no se podrá hacer el Congreso Gastronómico de Popayán con la programación acordada antes de la pandemia. Habrá que conformarse con una serie de conferencias académicas de muy buen nivel y con los talleres que se dictaran de manera virtual durante dos días del congreso. El afiche se encuentra listo y aprobado y muestra en su totalidad el espíritu de esta nueva versión del evento al que las circunstancias nos han obligado. Pedimos a la ciudadanía comprensión y el año próximo suplir las carencias y dificultades del presente.

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