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ELKIN QUINTERO
Elegir y descartar, eso es el vivir. Con acierto al escoger o al desechar se pone en juego una buena parte de ese futuro que a cada uno le corresponde construir. Los impulsos del pasado que cautivaban al hombre para ir a la guerra, hacer parte de las revoluciones; hoy en el hombre moderno reclaman un escape y es necesario que los que dirigen y llevan las riendas del destino humano tomen clara conciencia de dicho suceso innato en el hombre; puesto que éste si no encuentra otro mejor, nos conducirán al odio y a la maldad reprimidas.
Es de saber que existen otros escapes para estos instintos que no son dañinos. Puede sustituirse el combate con la emulación y el deporte activo. La revolución, con la alegría de la aventura, los descubrimientos y la creación. Aquí, en este preciso análisis es donde debe entrar con fuerza el apoyo gubernamental, para gestionar y desarrollar diversas actividades lúdicas, sociales, deportivas, etc.; para evitar así, que corramos a la guerra y a las revoluciones que a la larga lanzan al hombre al envilecimiento de su ser.
Los gobernantes tienen la responsabilidad de sus electores. No es una simple habilidad, sino un obrar con conocimiento de causa, pues la cualidad del jefe, del líder, del caudillo no es la habilidad en el manejo de los ciudadanos, sino un obrar con conocimiento de causa de los asuntos públicos. Luego de 110 años puedo entender que las causas y los efectos de nuestras desgracias y todo lo demás han sido innecesarios; y hemos desconocido que no existe nada en la naturaleza humana que haga inevitable que el mal domine el corazón de los hombres. Puesto que el hombre, es un ser finito, y en medio de fragilidad debe amoldarse a la realidad y ser el motor de su realización personal y no esperar que entes externos sin conocimiento real de la problemática solucionen sus males; o peor quizás, la ingenuidad y falta de experiencia en estos eventos sea la causa directa para que no haya una solución real; y todo lo que se construya alrededor de una solución se convierta en una oportunidad para el descrédito.
Hemos ignorado que engendrar y dar a luz no son actos creativos en sí, ni morir es un acto aniquilador; son fases nada más de un ciclo real en que todo lo que vive se queda atrapado como por un hechizo. Seguimos empeñados en que los paros, la violencia en sus diferentes manifestaciones y el poder son fenómenos naturales, es decir manifestaciones reales del proceso vital de pertenecer al emporio político de los asuntos humanos, cuya cualidad esencialmente humana queda garantizada por la facultad de actuar y la capacidad de empezar algo nuevo claro, destruyendo lo que el otro ha construido. Y se ha demostrado claramente, que ninguna capacidad del hombre ha sufrido tanto por el progreso que la común unidad entre las razas; y lo que debía unir, al contrario, ha sido el motor real para despertar la envidia, la intolerancia y la violencia. La conciencia y la creatividad de los hombres se ha menguado; y el progreso, tal como se debería entender, ese que significa crecimiento, desarrollo, el proceso sincero de más y más, en todos los ámbitos, tanto humanos como materiales se ha estancado o se ha sectorizado en favor de unos pocos.
Urge entender, que cuando mayor se vuelve un país, un departamento, un municipio, una región; en términos de población y posesiones, mayor será la necesidad de administración, y traerá consigo el anónimo o protagonista poder de los administradores. Es desde esta dinámica que se genera inconformismo o apoyo en el pueblo. Por ello, es vital que los administradores sean personas con Ética, seres llenos de amor por el hombre y de respeto por la naturaleza.
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