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HORACIO DORADO GÓMEZ
Desde el arribo de los peninsulares, los indígenas opusieron resistencia a los recién llegados. Acordaban alianzas entre españoles e indios, o se aceptaba el modus vivendi, después de diversas acciones bélicas. Militares con valor y la fuerza del razonamiento abrían paso entre las tupidas selvas; pero, ante la intrepidez y resistencia de los indígenas al negarse a trabar amistad con los españoles, nunca pudieron ser aniquilados.
El video de hoy, más o menos parecido en esta consideración, sin detenerme a narrar todas las dificultades: hechos violentos, escaseces de alimentos, de combustible, de medicamentos, detrimento económico que nos afligen y que nos diezman, cuando los indígenas de esta época, sitian a «Pop-Pioyá-n», (traducido, Pop «Gran Cacique» y, «Pioyá», cacique que gobernaba estas tierras.
Con la Constitución del 91, las comunidades indígenas ganaron; sin embargo, en cada toma a la ciudad, asoman su inconformismo porque saben y sienten que no es suficiente el reconocimiento político, y que no van a dejar de luchar, aunque tarden otros 20 años. Cada vez ganan más espacio político: reconocimiento de derechos territoriales en los resguardos, transferencias económicas del Estado central, sin ningún control estatal, y sin resultados productivos.
Son pocos, pero adoctrinados. Así han logrado experiencias positivas, ocupando cargos públicos: primer indígena Gobernador del Cauca, Floro Tunubalá; personero de Bogotá, Francisco Rojas Birry; jueces, magistrado en la JEP, José Miller Hormiga, senador Feliciano Valencia y representantes: Abel David Jaramillo Largo César Augusto Pachón Achury.
Han aumentado su poderío indígena, adquiriendo territorio, dignidad, propiedad colectiva, gratuidad de tierra, educación y salud. Lograron derechos y leyes propias, exentos de servicio militar, protección de áreas sagradas de importancia ritual y cultural, incluso estando ubicadas fuera de los 718 resguardos.
El pilar de la protesta, no es solo por la “pacha mama” sino por cambios que alteran la sociedad social y la espiritual. Proceso que no favorece la creciente tendencia a que cientos de familias, abandonen sus posesiones y emprendan un largo camino hacia un destino aún más incierto: la ciudad.
¡Todos somos mestizos!, haciendo referencia más que todo a la mezcla entre blancos e indígenas. El espíritu español, aristocracia de rancios abolengos que predominaba en apellidos imponiendo la imagen de una nación blanca y civilizada con moldes de la “raza ibérica”, se extinguió. Lo mestizo, en detrimento del negro y del indio para redefinir su identidad en el contexto del antiguo Estado Soberano del Cauca, se engrandeció. Así, los apellidos indígenas trastocaron los apellidos tradicionales, demostrando que, la Popayán de principios del siglo XX no intentó orientarse por el camino de la modernidad, sino por la identidad, saliendo a flote lo indio. Paradojalmente, las mayorías de este país, apoyaron el cambio de la visión negativa de los indios catalogados como atrasados, faltos de civilización, con reformas sociales para favorecer a las empobrecidas comunidades indígenas. ¡He allí los resultados!
Hoy, el Cauca embotellado vive una agria disputa política por la protesta del movimiento indigenista cada vez más agresiva, motivada por 226 acumulados e incumplibles acuerdos de carretera de gobiernos anteriores. Los pueblos indígenas son minoría (20%), pero con fuerza y poder de bloquear ciudades, para someter al gobierno en aras de exigir más y más. La re-friega en la Panamericana es una muestra de su poderío.
Conclusión, diálogo social para dar paso a que a esta tierra buena le pongan fin a nuestra pena, reafirmando que Colombia es un estado de derecho, con un solo gobierno que no se somete bajo presión por quienes creen que entre los derechos ancestrales cabe la posibilidad de partir el Cauca en dos.
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