Suena interesante -para no exagerar con el adjetivo- el enfoque que el Departamento Nacional de Planeación DNP quiere darle al Plan Nacional de Desarrollo correspondiente al cuatrienio 2014-2018, cuya discusión debe comenzar en el Congreso de la República en la primera semana de febrero. Aunque, de partida, están dándole un carácter, apresurado (pues lo basan en la palabra de moda: “posconflicto”, como si el conflicto ya se hubiera acabado, como si ya estuviera firmado el acuerdo de paz y tuviéramos la certeza de que esta llegó), hay que entender que planificar es mirar hacia el futuro y trazar la ruta conveniente para el tramo que se vislumbra, evaluando los recursos que se requieren y de los que se dispone.
Menciona Simón Gaviria, Jefe de Planeación, que esta vez se ha tenido en la cuenta un componente imprescindible que es el conocimiento cierto de la enorme disparidad que existe entre las diferentes regiones del país. Más que válido este concepto pues, a decir verdad, siempre en la provincia hemos sabido que los técnicos que diseñan los planes de desarrollo desde un mullido despacho de Bogotá, no se toman el trabajo ni de mirar el mapa. (Todavía recuerdo que en mis épocas de funcionario público, alguna vez un ejecutivo de Planeación se ahogaba de la risa cuando me preguntó cuánto se gastaba de Guapi a Popayán y le contesté que ocho días a pie o cerca de tres días en otros medios…)
Contempla este plan otra meta fundamental como reducir la pobreza rural del 42.8%, (índice del año 2013) al 39% en el 2018, equivalente a rebajar el 0.95% cada uno de los 4 años. Si bien el avance es pequeño, dada la titánica tarea que significa asumir labores en la Colombia rural y el vergonzoso estado actual, cualquier propósito en favor de reducir esta injusticia ancestral ya es favorable. Esto significa trabajar de verdad en concordancia con el Ministerio de Agricultura, cuyas metas y por fortuna los recursos y los proyectos están bien intencionados, en pos de poner de acuerdo la institucionalidad agraria, que por lo general, cada uno andaba por su lado.
Reto grande el que se propone en el sector de la educación, uno de los puntos más sensibles del pueblo colombiano y único factor que de verdad funciona efectivamente en la reducción de diferencias. Busca subir el porcentaje de cobertura en educación media, del 41.3% en 2013, al 50% en 2018, y mejorar el porcentaje de estudiantes en jornada completa del 11.2% en 2013, al 42.4% en 2018. Estas cifras son un buen desafío a la injusticia social. Quiera Dios que se cumplan.
En general, el proyecto de Plan de Desarrollo gira alrededor de 5 ejes: 1.) Infraestructura y Competitividad estratégicas; 2.) Movilidad Social; 3.) Transformación del campo y crecimiento verde; 4.) Consolidación del Estado Social de Derecho y 5.) Buen Gobierno.
Ahora, en el punto 5, seguramente se inscribirán los mejores propósitos y compromisos de quienes ejerzan el sagrado deber de gobernar con honestidad y decoro. Pero ¡ah! difícil que resultará esto, con la pléyade (Léase: grupo de estrellas) de candidatos y candidatas que se preparan a lanzarse en las distintas regiones del país, a gobernaciones y alcaldías. Digo esto, basado en los nombres que han comenzado a sonar en este departamento. No son pocos quienes por el simple hecho de haber tenido suerte por pocos meses, en un empleo elemental al cual han llegado por el favor de y la obsecuencia con su “jefecito político”, o por su parentesco con uno de estos, ya se creen prácticamente “ministeriables”. Aquí se han comenzado a ventilar algunos nombres que sorprenden –por decir lo menos- y dentro de poco comenzaremos a verlos y oírlos sacarse los cueros al sol entre todos. Ya ruedan comentarios sobre las transacciones y trapisondas que están cocinando: “Si Fulano le ayuda a Sutano para la gobernación, Perencejo le ayuda a Mengano con la alcaldía…”; “Fulanito de tal tiene $10.000 millones para la campaña…”; “Menganita es hermana de Sutanito y ya tiene el aval…” “Esto está perfectamente negociado con tales y tales…” etc.
Lástima que con este espectáculo tan bochornoso, digno de la mejor gallera, programado para octubre próximo, el único que pierde es el ciudadano que ingenua o conscientemente vota por esta especie en expansión. Ya tendremos oportunidad de referirnos más en detalle a este asunto, cuando nos aproximemos a la feria y se oigan más de cerca los gritos de esa escena surrealista…
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