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JESÚS IGNACIO GARCÍA VALENCIA
La historia de Colombia está signada por la violencia.Otrora las confrontaciones eran por razones politicas. En los ultimos 60 años la violencia ha tenido diferentes causas. La violencia guerrillera que afloro en los años sesenta del siglo pasado surgió con una clara motivacion politica. Segun sus actores se trataba de tomarse el poder por medio de las armas para instaurar la dictadura del proletariado e imponer la igualdal economica y social. Este era su fin ultimo. Esa violencia se expresó en la comisión de diversos delitos: La rebelion; el homicidio, el secuestro y la extorsion para obtener recursos y financiar la lucha armada y mas tarde con ese propósito el narcotrafico y la mineria ilegal.
El secuestro en Colombia nace como una practica ideada por las Farc para obtener ingresos destinados a sufragar los gastos de la guerra. La histora da cuenta que entre las primeras victimas de este abominable delito se encuentran don Harold Eder y don Oliverio Lara, hombres acaudalados por cuya libertad se demandaron sumas cuantiosas. El plagio concluyó en la muerte de ambos ciudadanos. Esta modalidad delictiva fue creciendo significativamente y su sistemática comisión por la insurgencia persiguió por lo regular fines económicos y políticos. El cometido inspirado en los primeros creció tanto que llegó a hablarse de la “industria del secuestro”, puesto que las estadisticaas dan cuenta que durante la época de mayor número de secuestros que comprende los años de 1996 a 2002 se presentaron 19.600 casos. Miles de colombianos, entonces, fueron vejados en su dignidad humana, su libertad, su patrimonio y en muchos casos en su derecho a la vida. Y los motivados políticamente sacudieron el sentimiento nacional por la forma inhumana como fueron tratadas personas como los diputados del valle, la candidata presidencial Ingrid Betancur, el senador Luis eduardo Gechen turbay y muchos otros cuya mención nos demandaría mucho espacio.
El narcotráfico ha sido y continúa siendo un significativo generador de violencia. Las vindictas entre las bandas criminales dedicadas a la explotación del ilícito negocio se traducen en homicidios, lesiones personales, torturas, despariciones forzadas, amenazas al entorno familiar y desplazamientos forzados entre otros. Y este delito se expandió considerablemente en la medida en que la insurgencia recurrió a él como medio de financiación de sus actividades delictivas.
La minería ilegal irrumpió en los últimos lustros como otro factor que ha activado diversas formas de violencia, además, del gran daño que causa al medio ambiente y del cual, finalmente, resulta víctima el ser humano, por cuanto se contaminan los rios, y las especies que en ellos se reproducen y le proporcionan alimento se convierten en vehículo para causar daño a su salud. En torno a esta actividad también aparecen homicidios, amenazas, privaciones de la libertad y diversas formas de criminalidad acicatedas por la avaricia. La minería ilegal, también tomó relevancia en la estadisticas criminales en la medida que fue adoptada por la insurgencia como otra modalidad de financiación de sus ilícitos procederes.
La presencia de estos reprobables crimines convirtió la paz en un anhelo nacional. Como su manifestación ha sido persistente al menos desde la decada de los sesenta en lo que respecta a la rebelión y el secuestro y de los años ochenta en adelante a las otras modalidades delictivas, es explicable que al reunirse la asamblea nacional constituyente de 1991 y expedir la nueva constitución se consagrara la paz como un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento. Y de la misma manera que en las elecciones presidenciales de 2014 se le otorgara al presidente un mandato para lograr la paz. Hoy, gracias a esa decisión popular y los esfuerzos del mandatario existe un acuerdo de paz en implementación. Sin embargo, hay incoformidad en algunos sectores porque persisten brotes de violencia. Situación esta explicable porque actores del conflicto familiarizados con una criminalidad que les proporciona el enriquecimiento fácil se rehusan a dejarla ya que no encuentran en la legalidad los medios para proveerse de los recursos necesarios para sustentar sus necesidades vitales. En el fondo de la persistencia de esa viollencia hay una raíz socioeconómica que es preciso tratar adecuadamente si realmente se quiere construir, como se dice ahora, una paz estable y duradera.
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