¡Pero va a quedar bueno cuando termine!

GERARDO IGNACIO NAUNDORF SANZ

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Después de algunos años de haber partido de Popayán y radicarme en el exterior, he vuelto a la ciudad en visita familiar y atender asuntos personales, lo que me ha llevado a recorrer la ciudad y sus calles nuevamente. He quedado realmente sorprendido con el caos, bullicio y desaseo que sume y consume a la ciudad. Se ha vuelto una odisea caminar por los desbaratados andenes cuando los hay, es realmente una tortura utilizar el servicio público de transporte, especialmente las busetas que con su guerra del centavo parece estuvieran en una competencia a campo traviesa, asusta el caos vehicular debido principalmente al alto número de motocicletas conducidas por unas personas que se creen el Capitán Centella zigzagueando por las calles y avenidas (¿¿??) a altas velocidades y que como gran hazaña se colocan al frente y saturan cualquier esquina semaforizada. Frente a este caos en el tránsito, los conductores han perdido la cultura ciudadana y lo que es más grave el sentido común para transitar por las ahuecadas calles. Y por supuesto, cuando se hace comentario o reclamo por las imprudencias solo se reciben insultos y amenazas. Popayán se ha convertido en una ciudad inhumana e invivible especialmente para las personas mayores y con alguna discapacidad tal como he podido apreciar en mis desplazamientos. Y ni hablemos de la construcción de viviendas y edificios en la ciudad; digamos simplemente que es un sistema ecléctico para no decir caótico. Esto me hace recordar una famosa frase que escuche de algún amigo sobre Popayan: “hay mucha gente sin plata, pero también hay mucha plata sin gente”, que construye y construye destruyendo la ciudad

La readecuación de las calles para soportar el tránsito más abundante, pesado y supuestamente organizado que implica el famoso sistema de transporte integrado (¿?) ha determinado el rompimiento y construcción de calzadas bajo un proceso constructivo que no entiendo y que no obedece a criterios técnicos ingenieriles. Se rompen calles por todos los lados, se dejan secciones y conexiones incompletas, se vuelve a romper lo ya hecho, se colocan semáforos y señales sin ningún criterio técnico y se avanza en esto a unos ritmos supremamente lentos. Recordemos que en esto estamos hace más de 5 años y no se ve el final prontamente. Como resultados tenemos una ciudad muy sucia con polvo y residuos por todos lados que aunado a la poca o ninguna conciencia ambiental ciudadana aumenta los riesgos de enfermedades cardiorrespiratorias e infecciosas. Adicionalmente, hay que mencionar que la infraestructura vial no es suficiente para el número de vehículos de la ciudad y que mientras la ciudad solo tenga la mal llamada autopista para ingresar o salir de ella, se mantendrá el caos.

He preguntado cómo hacen para aguantar esto, como hacen para sobrevivir en una ciudad que cívica y ambientalmente no ofrece mayores alternativas, como hacen para soportar el tráfico y los motociclistas, que hacen para proteger a sus ancianos y niños de este caos. No hay respuestas realmente convincentes, la gente simplemente se acostumbró a este sistema y ya no le preocupa si las cosas mejoran o empeoran. Todos se quejan, pero no hacen nada por mejorar, a sabiendas que con acciones simples de cultura y ética ciudadana se arregla en alto porcentaje la situación. Se dicen muchas cosas que no justifican ni explican nada. Pero todos ellos terminan con la misma frase: ¡pero quedará muy bueno cuando terminen! ¿Y cuándo será eso? ¿Alcanzará la plata para todo esto? ¿Los materiales y la construcción tienen la calidad adecuada para durar un tiempo prolongado o el tiempo previsto de duración? ¿Cómo ordenarán el transporte público y cómo controlarán los motociclistas? Solo me resta decir ¡Espero que quede bueno!