Luis Eduardo Lobato Paz
Integrante del Centro Interdisciplinario de Estudios de la Región Pacífico Colombiana, CIER
Universidad Autónoma de Occidente
Durante muchos años, el pretexto para no dar solución a las problemáticas que viven diversos sectores sociales del país fue la existencia de un conflicto armado, que impedía que la institucionalidad o los programas de gobierno se pudieran ejecutar. De esta forma se encubrió la ineficiencia de la institucionalidad colombiana para actuar frente a males inveterados que afectan a un porcentaje significativo de su población. Uno de estos ha sido pobreza en la que viven miles de habitantes de la región pacífico colombiana. Diagnósticos o censos que se actualicen siempre muestran que los municipios costaneros de los departamentos de Cauca, Valle del Cauca, Chocó y Nariño siempre exhiben altos índices de pobreza. Igual acontece con varios de los pobladores de municipios cordilleranos del Cauca y Nariño.
Hasta la saciedad se repiten las mismas frases: ¿Cómo puede ser posible que los habitantes del Chocó se mueran de hambre si viven en un territorio rico en recursos naturales y minerales que podrían proporcionarles los bienes necesarios para su sustento. Del Valle del Cauca, Cauca y Nariño se menciona las posibilidades que ofrece disponer de tierras sobre los tres pisos térmicos e igual se preguntan algunos por qué razón hay tanta pobreza en algunos municipios.
La guerra se convirtió en el mecanismo más fácil y expedito para explicar la situación referida.: Que la confrontación armada aleja la inversión nacional y extranjera, los campesinos huyeron a la ciudad dejando abandonados sus predios , las instituciones no llegan al campo o a las zonas costeras por el miedo que representan las organizaciones armadas ilegales o incluso una más despectivo que la inversión que se realice en estos territorios es tiempo y recursos perdidos por la existencia de una cultura de la pobreza en esta región.
La desmovilización de las FARC a quien se le sindicó durante muchos años de ser los responsables directos de esta situación y la concreción de una paz territorial, pueden servir para mostrar la responsabilidad de la institucionalidad en la perpetuación de la pobreza y empezar a saldar la deuda histórica que se tiene con los habitantes de esta región. Así por ejemplo, de que sirve decir que el Chocó tiene ricos yacimiento de oro, platino, maderas finas y pescado: si quienes se lucran de las minas son por lo general compañías extranjeras, que dejan poca plusvalía en los fiscos locales. De qué sirve que haya una gran franja costera, si no hay suficiente control de la armada nacional para evitar la sobrepesca que se efectúa por parte de navíos nacionales y extranjeros. O como está sucediendo en los últimos años, se está contaminando con mercurio y cianuro las aguas de los ríos de la región por la actividad minera desbordada y descontrolada.
Hoy ya no están en pie de lucha las FARC y siguen produciéndose muertos de líderes indígenas, afrocolombianos y campesinos. Esto nos demuestra que hace falta una decidida acción de los aparatos del Estado para desmontar toda esa infraestructura paramilitar que quiere impedir procesos de restitución de tierras en algunos casos o intimidar a aquellos que se opongan al aumento de las tierras sembradas de coca o la proliferación de explotación minera en otros casos.
El Estado colombiano deberá concretar acciones para recuperar el dominio de la coerción legítima en el territorio nacional, a nivel regional deben haber esfuerzos importantes de los gobernadores y alcaldes para trabajar mancomunadamente con sus habitantes para acordar planes y programas de salud, educación , vivienda , desarrollo tecnológico definir agendas para la realización de obras importantes en materia de distritos de riego, infraestructura vial, interconexión eléctrica y de la puesta en marcha de proyectos productivos sustentables..
En la región Pacífico en la que el sector primario tiene todavía un fuerte componente, La concreción de un programa de Desarrollo Agrario Integral, de entrada tiene algunas dificultades para llevarlos a cabo: la distribución de la tierra. Las mejores tierras de la región están concentradas en pocas manos. Los campesinos situados sobre las tierras de ladera, sobreviven con cultivos de café y productos de pan coger. Se habla de la potencialidad que hay en tres departamentos para incrementar el área de los cafés especiales, las hortalizas y las frutas, pero esto choca con la inexistencia de una buena red de carreteras terciarias, redes de comercialización manejadas por los productores primarios o disposición de una infraestructura de poscosecha. Los resultados han sido que quienes se benefician de los aumentos productivos han sido las cadenas de intermediarios o que ante los altos costos de transporte gran parte de la producción campesina termine pudriéndose en el suelo.
Mención especial merece la asistencia técnica agropecuaria. Durante muchas décadas instituciones como el Comité de Cafeteros de Colombia, el Sena, Corpoica y USAID y las UMATAS, que son más recientes, hacen presencia en el campo y tienen estructurados planes de apoyo a los campesinos. Pero la falta de un trabajo coordinado, planificado o sistemático, hace que estos esfuerzos no rindan lo que se espera de ellos o sean magros ante la magnitud de los recursos humanos o monetarios empleados.
Mandatarios departamentales, locales, dirigentes de los partidos políticos, organizaciones sociales y comunitarias, se acabaron los pretextos para no hacer nada o no trabajar decididamente por sus habitantes. Chocó y Cauca no debe seguir entre los departamentos más pobres de Colombia, ni que un porcentaje significativo de sus habitantes estén malnutridos o que haya varios casos de muertes por hambre, ni que los líderes indígenas, afrocolombianos y campesinos sigan siendo asesinados por defender sus derechos colectivos. Se necesita de una acción decidida y concertada para poder avanzar hacia la concreción de una paz con inclusión y equidad.
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