Paradoja Bicentenaria

ANA MARÍA RUIZ PEREA

@ANARUIZPE

El 7 de agosto próximo se cumplen 200 años de la Batalla del Puente de Boyacá, definitiva para la expulsión de los españoles de lo que hoy es Colombia. Este fue el primer gran triunfo de la gesta libertadora, que después libró las batallas de Carabobo, Bomboná, Pichincha, Junín y Ayacucho, dejando libre del dominio español el extenso territorio que hoy somos 6 países, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Panamá y Colombia. Casi nada.

El comandante del ejército libertador planeó la estrategia mientras avanzaba por los llanos venezolanos y las tierras bajas del Casanare, con el agua llegándole a la cintura y reclutando soldados para la causa; ordenó a un batallón crear escaramuzas en Cúcuta para distraer al enemigo, y decidió trepar la cordillera por la cumbre más alta para que su ejército no fuera avistado por ninguna guarnición militar española. Cuando la tropa llanera de Bolívar se unió en Tame con la tropa al mando de Santander, sumaban unos 3.000 hombres, muchos de ellos desprovistos de armas de dotación y todavía más, de ropa y zapatos para atravesar la cordillera por el Páramo de Pisba a 3.500 metros de altura.

En Boyacá cuentan con orgullo cómo su gente atendió a la tropa libertadora cuando llegó exhausta a Socha, después de 15 días caminando por páramos y nevados. A esos llaneros descalzos les dieron alimento, abrigo, caballos y un lugar seguro donde reponer las fuerzas para avanzar hacia el heróico triunfo que alcanzaron unos días después, el 7 de agosto de 1819, en inmediaciones de Tunja. Colombia no puede olvidar que le debe su liberación de España a unos venezolanos valientes que pelearon al mando de su compatriota, y que eso es lo que el próximo año vamos a conmemorar.

Este Bicentenario es muy distinto del que conmemoramos en el año 2010. Aquel hacía memoria de los movimientos sociales y políticos de criollos que proclamaron su independencia de la corona española, organizados en Juntas por toda América Latina. El Bicentenario que viene es una conmemoración militar y netamente colombiana; sin embargo, marca el inicio a la gesta libertadora del continente, de manera que lo obvio sería que los Países Bolivarianos convergieran para enaltecer unidos los bicentenarios que se van a desgranar de ahora al 2024. Pero esto es imposible.

Los países libertados por Simón Bolívar no están en condiciones de conmemorar coordinadamente, porque no coinciden ni siquiera en la manera de interpretar al símbolo libertario. Y, de remate, en este inicio de conmemoraciones las relaciones entre Venezuela y Colombia atraviesan por uno de los peores, o tal vez el peor momento, de su compleja historia común.

Los venezolanos descalzos que ayer nos liberaron del yugo colonial, hoy deambulan por las calles y atraviesan trochas y carreteras colombianas huyendole a un destino indigno, abriéndose camino a pesar de la xenofobia diaria que expresan, sin pudor, los colombianos de todos los estratos. El gobierno de Duque habla de intervención militar en Venezuela desde Washington y expulsa a ciudadanos venezolanos poniendo en riesgo la vía diplomática; al tiempo, Maduro parquea aviones rusos para operaciones militares en Caracas. Y así, jugando a tensar la peligrosa cuerda de la confrontación, llegamos al Bicentenario creando las condiciones de una guerra que tendría alcances inimaginables.

Para mostrarle los dientes a Venezuela hacia afuera y realinderar la misión militar hacia adentro, el presidente Duque acaba de nombrar una cúpula militar descreída de la paz, con algunos historiales de violaciones a los derechos humanos, y con un espíritu más guerrerista que la cúpula anterior, que estuvo por años formulando la construcción del rol de las fuerzas armadas para un país que le apostaba a la paz. La nueva comandancia ha dicho que la protección de las fronteras y la lucha contra las economías ilegales (en ese orden) serán sus prioridades, y su plan de acción se llama, cómo no, Plan Bicentenario, porque el ejército colombiano nació en la Batalla del Puente de Boyacá. Entonces, el ejército colombiano que hace 200 años nació en Venezuela se prepara para, eventualmente, atacarla. Y el ejército venezolano que nos libertó hace 200 años se entrena para, eventualmente, atacarnos. Nunca fue más claro cómo se despedaza la gran nación latinoamericana con la que Bolívar soñó.

Duque ya hizo el primer acto oficial en Pore -Casanare, un preludio del Año Bicentenario que nos depara el 2019, con el descubrimiento de una placa conmemorativa que nadie leerá en un pueblo que seguirá igual,emproblemado y olvidado. Habrá muchos actos así el próximo año, a eso también vámonos acostumbrando.

 

PD/ Mi personaje del año es el rector de la Universidad del Cauca José Luis Diago, que durante el paro estudiantil dió cátedra de humanidad, civilidad, respeto y convivencia.

 

PD/ Regreso en tres semanas. Sean felices en estas fiestas, ¡vale la pena!