EDUARDO NATES LOPEZ
Rondan en las redes documentos llenos de palabras conducentes a un “Pacto caucano por la vida, los derechos humanos, el territorio y la paz”. Pero para ello deben sentarse unas mínimas premisas al tratar el asunto pues, desde el título, por demás rimbombante y preconcebido, se vislumbra el origen…
Primero: hay que dejar claro que debe tratarse de un acuerdo SOCIAL y NO POLÍTICO. Segundo: debe ser construido con la participación equilibrada de todos los actores. Tercero: los temas a analizar, deben tratarse con la mayor franqueza y sin sesgos ni resentimientos. Cuarto: debe primar, hasta el último minuto de discusión, el profundo respeto por la opinión ajena, así sea contraria. No pretendo dogmatizar sobre los mecanismos de dialogo, pero habría muchos elementos y herramientas más para tener en cuenta en un caso de estos, por las susceptibilidades a que somos dados los colombianos (y más aún los caucanos), en una época donde la polarización política es la reina de cualquier diálogo.
Hechas estas premisas, me permito manifestar que cuando conocí el primer texto (6 páginas) no fue poca mi sorpresa frente a su contenido (tanto el fondo como la forma). En varios párrafos me sentí como leyendo un extracto del “Acuerdo de La Habana” orientado a desconocer puntos fundamentales de la Constitución Nacional y a legitimar procedimientos atrabiliarios como las “tomas de la Panamericana” y el procedimiento de moda que es la “encerrona comunitaria a las fuerzas del orden”, cuando aprehenden un bandido, para impedir que sea judicializado. Tampoco entendí el término “replantear la doctrina militar” ni “el seguimiento y veeduría a las Fuerzas Armadas”; además de algunos usos idiomáticos nuevos para mí (como “juntanza”). Lo percibí muy ideologizado políticamente. Seguimos padeciendo el nefasto legado de los negociadores de La Habana. Imposible recordar ese pacto claudicante sin remitirse a Cortázar, para decir que eso fue “la mentira de una paz traficada”
La falta de eco a estas ideas debe tener muy tristes a sus ideólogos (cuyos orígenes se remontan al barrio Caldas y a la cabecera de Mercaderes). Nadie se refirió a él porque el diagnóstico omite otras causas de los ríos de sangre que han bañado al Cauca en los últimos 10 años: 1. El tal “Cauca, territorio de paz”. 2. La corrupción administrativa, 3. La minería ilegal, 4. La extracción ilegal de maderas (la inclemente deforestación). 5. El narcotráfico y grupos armados ilegales. Para combatir las tres últimas debe convocarnos es el respaldo y la colaboración con la Fiscalía y la fuerza pública. Para la primera y la segunda: derrotar en las urnas a quienes se han afincado en el Salón de los Espejos, desde hace una década. Sin esto, hasta este pacto, será un saludo a la bandera.
Hizo bien el gobernador del Cauca al reclamar la amplia participación del sector empresarial en la elaboración del documento. Limitar la presencia de los gremios al solo momento de la firma de un pacto de tal trascendencia, desdice del equilibrio y pluralidad de lo que se suscribiría. ¡Bien por los gremios que manifestaron su inconformidad por el manejo y el contenido político del acuerdo!
Hubo un segundo documento (1 página) que tampoco es un acierto. Repite una serie de lugares comunes, (aunque no niego que reitera valores fundamentales como el respeto a la vida, el rechazo al narcotráfico, y la necesidad de continuar tratando de construir la paz, a pesar de las inmensas dificultades que ello implica, incluyendo el respeto a la inversión y a la propiedad. Este, no quisieron firmarlo los defensores del primero…
Llegó un tercer documento (media página) que consigna en pocas palabras que existe voluntad de diálogo y que a partir del 1° de marzo se convocarán unas mesas de diálogo para “explorar y establecer una ruta de trabajo que involucre a todos los sectores…”
Quedan lecciones: Hemos aprendido a rechazar encerronas; a no firmar sin leer; a no leer bajo presión y a no aceptar lo que no es producto de un buen acuerdo. Y deben fortalecerse propósitos como: trabajar, racional, equilibrada y respetuosamente con todos los sectores de la sociedad en la que nos tocó vivir, hasta lograr un verdadero “Pacto por la vida”. Pero por la vida de todos…