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GUILLERMO GARCÍA REALPE
Senador de la República
@GGarciaRealpe
Después de largas discusiones y búsquedas de consensos llegó nuevamente al Congreso de la República el debate sobre la creación de las 16 circunscripciones de Paz que le daría a igual número de regiones de nuestro país, a esas regiones de la otra Colombia, espacios políticos importantes para fortalecer la democracia y ser dignos representantes en la Cámara baja, y luchar por sacar adelante sus territorios y garantizar mayores inversiones sociales que permitirían equidad y un mejor desarrollo.
Sin embargo, los opositores a la iniciativa, la bancada de Gobierno y partidos aliados, derrotaron el proyecto una vez más y en un claro mensaje al país, manifestaron con su oposición, que no les interesa la Colombia olvidada, esa misma que tenía la oportunidad de ser representada por 16 hombres y mujeres de los más apartados territorios y donde con mayor rigor se vivió el conflicto armado colombiano.
Desde el liberalismo siempre apoyamos esta iniciativa, porque en primer lugar, es un acto de cumplimiento de los acuerdos que hoy tienen marcos legales y constitucionales, desarrollado en el punto 2.3.6 del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc, pero más allá creemos que la paz y la democracia se construye en el territorio, en las regiones y no en el escritorio.
Parece que hay un interés de seguir fortaleciendo la representación del centro del país, de las grandes ciudades, de los grandes conglomerados humanos y de los partidos tradicionales o de los nuevos partidos y no permitirle a las regiones que tengan una representación.
Por ejemplo, territorios como Tumaco, como Buenaventura, poblaciones grandes como El Charco, Güapí, el Chocó, o todo el Litoral Pacífico no tiene un Representante a la Cámara que tenga origen en las víctimas, no es posible que más de 500 mil habitantes no tengan un solo Representante a la Cámara, en contraste con ciudades y territorios que tienen muchos Representantes y muchos Senadores.
Es en los territorios donde se nota la debilidad institucional, la presencia de los cultivos ilícitos, la presencia de las Bacrim, la presencia también de bandas del narcotráfico y un sinnúmero de flagelos más.
Entonces, cuando se pretende fortalecer el Estado y la representación política, se dice que traigamos esas curules para el centro del país para que representen las víctimas.
Yo les quiero decir, en poblaciones pequeñas como Policarpa, Nariño, existen cinco mil víctimas registradas y reconocidas por la Unidad Nacional de Víctimas, en una población relativamente pequeña como El Charco existen 18 mil o 24 mil víctimas en el municipio de Samaniego en Nariño y más de cien mil en los sectores rurales del municipio de Tumaco sin representación política.
En el Congreso de la República, por virtudes, y por las circunstancias del centro del país, de las ciudades y los grandes conglomerados humanos, muchas víctimas representan a su sector, no a la circunscripción especial de víctimas de forma ordinaria.
Por ejemplo, senadores como Andrés Cristo, víctima del ELN o Rodrigo Lara, víctima del narcotráfico, Iván Cepeda, víctima del propio Estado, o los exsenadores Jorge Eduardo Géchem, Sofía Gaviria o Mauricio Lizcano y Representantes como Harry González, María José Pizarro, Jhon Jairo Hoyos, son también víctimas, la mayoría de ellos pertenecen a las grandes ciudades y, en el Congreso están representando a sus regiones y su misma condición de víctimas, pero esas víctimas de la Colombia profunda, de la periferia, sí se quedaron sin representación y no van a poder construir Paz y democracia en el territorio.
NO se entiende ese discurso de siempre, que el Estado no hace presencia en las regiones, hoy afectadas por los cultivos ilícitos, por la minería ilegal, por la deforestación, en fin. El Congreso mayoritariamente fue mezquino con las víctimas, algunos sectores no permitieron que Representantes a la Cámara de la Colombia olvidada fueran a legislar, como sí lo están haciendo los movimientos de la antigua FARC armada, hoy movimiento político representando su ideología compartámosla o no, hoy todo el mundo ha dicho que es mejor que estén construyendo país desde la diferencia.
Se cercenó la posibilidad que en la Cámara de Representantes, 167 municipios de regiones como la Costa Pacífica de Nariño, del Cauca, del Chocó, de los Montes de María, del sur de Bolívar o de la Serranía del Perijá en Norte de Santander fueran a proponer ideas de como el Estado, como el Congreso de la República y como el gobierno hace presencia en estas regiones donde más duro impactó el conflicto en Colombia. Este Congreso re victimizó a las víctimas y las dejó sin representación.
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