PALOMA MUÑOZ
Profesora universitaria
Eran las nueve de la mañana de un domingo en la casa de Carlos Calvache, en Miranda (norte del Cauca). Comenzaron a llegar los músicos para el ensayo. Se desplazaban hasta el fondo de la casa, en donde se encontraba el estudio de grabación que poseía Calvache. Todos eran afros, con excepción de Leyder Velasco, uno de los cantantes. Se acomodaban con sus instrumentos: congas, timbales, contrabajo eléctrico, bongoes, campana, teclado, un saxofón interpretado por una mujer joven, tres trombones (uno tocado por una mujer y dos por hombres) y tres cantantes (una mujer y dos hombres) para un total de trece integrantes (diez hombres y tres mujeres). Los músicos afinaban individualmente sus instrumentos, pero Calvache era el que confirmaba la afinación. Observé que el más joven era el bongosero. Los instrumentistas, en sus atriles, ubicaban las partituras y gracias a ellas alcancé a apreciar que entre el repertorio estaban Rumba rumbero, de Óscar D’ León; Triste y vacía, de Héctor Lavoe; Tócame, de Bronco de Venezuela; Por eso estás conmigo, de Jonny Rivera (salsero) y Qué bello, de la Sonora Dinamita con una introducción de cumbia “raspa” (así le dicen a los géneros que no son salsa). Este último era un tema con trompetas, pero lo adaptaban a trombones de varas. A su alrededor, sobre las paredes, había grandes espejos y en un costado una gran consola de grabación y un computador. Repasaban por partes fragmentos musicales para darles la entrada a los cantantes e iban ensamblando las piezas hasta que quedaba montado el repertorio. Así, el ensayo se extendió hasta la una de la tarde.
Aprender la música antillana de Cuba y Puerto Rico se fue volviendo indispensable para los cantantes solistas e instrumentistas del norte del Cauca, con el fin de saltar a las orquestas profesionales de Cali. Estas agrupaciones grandes les abrirían el camino, no en eventos de competición, sino en los “toques de oportunidad” que se constituían en su mayor interés. Asimismo, la conformación de estas orquestas desde los años ochenta y noventa, en los municipios de Santander de Quilichao, Puerto Tejada y Miranda, se volvió relevante.
Se podía entrever el orgullo que sentían algunas personas al relatar sobre la participación de su gente en estas agrupaciones musicales. Algunos de ellos eran: Diógenes Velasco, de Miranda, quien fue cantante de salsa y debutó en la orquesta Cali Charanga; Willy Caicedo y Fabio Lucumí, de Puerto Tejada, en La Identidad; Jadín Charria, de Miranda, en la orquesta El Sol Naciente; Leyder Velasco, cantante de la orquesta Juglar; Javier Vásquez, de Puerto Tejada, en el Grupo Niche y Son de Cali; Álvaro del Castillo, de Puerto Tejada, vocalista muy reconocido del Grupo Niche; Tuto Jiménez, uno de los fundadores de esta emblemática orquesta; Medardo Aponzá, cantante de salsa, guitarrista y percusionista menor; y Luis Armando Reyes, cantante y percusionista, estos últimos también de Puerto Tejada.
Y ese orgullo expresado por la gente era porque sus cantantes e instrumentistas nortecaucanos, igualmente, habían participado en orquestas internacionales, con cantantes como Henry Fiol, de Nueva York; Andy Montañez, de Puerto Rico; Tito Nieves (apodado el Pavarotti de la salsa); la Sonora Ponceña; Ricardo “Richie” Ray y Bobby Cruz. Con orquestas de Venezuela como Gonzalo Arias, trompetista en Los Niches y quien también tocó con Nelson y sus Estrellas, La Bronco y Dimensión Latina. Leyder Velasco me comentó un día que para él Celia Cruz ha sido siempre su modelo musical. La conoció en 1982 y con orgullo relató que su paisano, Carlos Calvache, alternó con ella tocando en La Fania.
Velasco, cantante mirandeño de salsa, también me reveló, con gran pasión, que el formato salsero que llegó a Colombia es el de Nueva York, de la mano de Ray Barreto y Tito Puente, y es el mismo que han trabajado en el norte del Cauca. Que Richie Ray y Bobby Cruz llegaron a Venezuela manejando un formato más acelerado; es decir, con un son cubano más rápido y lograron fusionarlo en grandes orquestas.
En definitiva, se puede apreciar que las orquestas de salsa de Cali, en su mayoría, tenían músicos integrantes nacidos en el norte del Cauca, quienes eran vinculados para tocar en los grandes conciertos. Ellos “contribuyeron a enriquecer el fenómeno musical de la salsa caleña”, como lo afirmó en alguna ocasión el músico mirandeño Carlos Calvache.