Por Francisco Javier Pantoja Pantoja
Magister en Economía Aplicada
@fjpantoja
En esta semana, se pasó del llanto del SÍ, a la euforia del NO. De las multitudinarias marchas a favor del acuerdo, a las infortunadas declaraciones de Juan Carlos Vélez Uribe, gerente de la campaña del NO del Centro Democrático. Y el viernes, la joya de la corona, Oslo le otorga el Nobel al presidente. Esto es Colombia, un sube y baja donde la vida se disfruta a plenitud.
El mundo le reconoce al presidente su insistencia, es el reconocimiento político a su tesón por dejar un legado de Paz. Gústele a quien le guste, Santos escribió el principio de la nueva historia de Colombia. Nos corresponde a todos seguir el camino de la reconciliación. De dar y conceder oportunidad, el perdón y el olvido. Solo así, habrá una nueva sociedad.
El Nobel al presidente es un mensaje a deponer todas las armas: verbales y físicas. Es el camino hacia la nueva Colombia. Todos ayudando a construir la paz.
Gracias comunidad internacional por darnos esperanza y no quedarnos en la espera desesperada. Felicitaciones al presidente y a las FARC por insistir en una Paz negociada.
Yo estoy de acuerdo con el Acuerdo que se firmó en Cartagena, y no porque sea terco, sino, porque los líderes del NO, no tienen propuesta alternativa. Ni me subo, ni me bajo, ni me quedo allí tampoco, parece ser la posición política de los dirigentes del NO.
El gerente del NO del Centro Democrático, en una marcada autoflagelación Uribista, dijo la verdad. Mintieron y engañaron para ganar el plebiscito. Le dijeron a la ciudadanía que las docenas no son de 12 sino de 10. La verdad tiene perdón.
Ahora, el juego sucio se les devolvió, como quien escupe para arriba. El Centro Democrático quedo frente a la opinión pública como un partido que juega a la maña y a la artimaña para ganar elecciones, ya había pasado con el hacker, ahora pasa con su propio gerente de campaña.
Mas hechos no se pueden pedir. Le corresponde a la ciudadanía decidir si se siente representada por políticos que hacen uso de la “viveza”, para llevarlos engañados a las urnas. Una inmensa mayoría del NO, voto motivado en las mentiras.
Ahora, bien, no se puede desconocer los efectos del NO en la economía. La incertidumbre llevo a que el precio del dólar se trepara a la copa de los árboles, sitio donde solo las jirafas de cuello largo, bien largo, alcanzan las mejores hojas.
Con el dólar creciendo, felices los exportadores. Recibían más pesos colombianos. La industria colombiana feliz, más empleo.
¡Qué va! ¿Cuál industria? ¿Cuál empleo?. Colombia todo lo importa. ¿Tenis de marca? ¡Sí! son hechos en China con mano de obra barata, ¡me los pongo! El modelo neoliberal que se aplica desde los 90’s diezmó la industria nacional.
El NO generó una crisis cambiaria, que solo se calmó el viernes. Cada que el dólar sube, le debemos más a las instituciones financieras internacionales. La deuda externa es como un préstamo gota a gota. La economía colombiana importa muchos celulares y exporta pocas orquídeas, un estornudo de incertidumbre, nos hace más pobres.
El gran premio ha generado un optimismo romántico sin precedentes. No obstante, el país requiere cambios de 180 grados. El manejo de la política no puede ser una tradición, ni tampoco una herencia.
La economía política no puede fundarse en premisas neoliberales, ni en lo que digan los codirectores del banco grande. Se requiere un Estado para distribuir la riqueza y ejercer controles a quienes se han ganado el acumulado del Baloto sin comprarlo.
El sistema electoral no puede seguir otorgándole el destierro político a quien pierde una elección. Los perdedores caminan el desierto sin encontrar un oasis. Se requiere un estatuto de la oposición que permita la alternancia en el poder.
La lógica de las mayorías no nos ha dejado nada bueno. Yo vote sí, porque quiero cambios. No es posible que el SÍ gane en 19 departamentos, el NO en 13, con una abstención en 63% y una mayoría, que es minoría, decida el futuro de la nación. Los países en paz y desarrollados tienen sistemas electorales distintos.
El peso político de 9.000.000 millones de bogotanos, no pueden aplastar la posición política de los 900.000 caucanos. A buscar el equilibrio entre el centro y la región.
Finalmente, que gran noticia la del viernes, me siento orgulloso de ser colombiano. Este es el año de Colombia. 8 medallas olímpicas; 17 paraolímpicas; primero y tercer puesto en la vuelta España; la selección arriba en las eliminatorias y para rematar, al presidente le otorgan el premio Nobel de Paz.
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