Una economía + cooperativa

Columna de opinión

Por: Danilo Reinaldo Vivas Ramos

E

n el 21 Congreso Nacional de Cooperativas, realizado a inicios de este mes y convocado por CONFECCOP, que contó con la participación de 1200 cooperativistas del país y varios conferencistas internacionales, congregados bajo el slogan que encabeza esta columna, requiere que sus conclusiones puedan conocerse, no solo al interior del movimiento cooperativo sino ante la sociedad, para que ella haga conciencia del papel trascendental que cumplen este tipo de organizaciones sociales y económicas centradas en la asociatividad, la cooperación y la solidaridad. 

Las grandes y estratégicas líneas de intervención en el sector cooperativo, previstas por el gobierno Petro, han generado expectativa en las Cooperativas, las Mutuales y los Fondos de Empleados, ya que estos consideran que llegó el momento para la reivindicación y dignificación  del significado y aporte que han hecho y hacen en los procesos de elevación de la calidad de vida de sus asociados, sus familias y las zonas de influencia de los mismos, por lo que hay que señalar que una de las conclusiones del Congreso es el éxito de la convocatoria, así como la calidad y pertinencia de los temas tratados, todos enfocados a la articulación del sector solidario con el gobierno, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS y  los requerimientos y necesidades del país  en cada uno de ellos. 

Quedó claro que estas organizaciones son herramientas fundamentales para abordar distintos tópicos de la vida nacional, entre los que se destacan:  la democratización de la productividad y su correspondencia con los cada vez mayores niveles de vida y prosperidad para los asociados, sus familias y quienes reciben bienes y servicios de ellas, por lo que es perentorio que este gobierno, no como los anteriores, pase de la retórica de la importancia del sector al reconocimiento, apoyo y fomento, las que se han visto limitadas, en su acción, por dos razones: Una, de tipo legislativo, ya que existen normas profundamente proteccionistas a otro tipo de organizaciones no cooperativas, en las que son propietarios pequeños y/o grandes grupos económicos, los que están movidos, en lo fundamental, por la generación y acumulación de riqueza per sé.  Otra, de naturaleza propia cooperativa, por la debilidad en la correspondencia de sus principios y valores, así como de su identidad, con las prácticas de muchos cooperativistas que no han logrado dimensionar que la solución a sus problemas está determinado por los aportes del colectivo.

Razón suficiente para que el sector cooperativo participe activamente en los Diálogos Regionales que está realizando el gobierno nacional para la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo, que establece la hoja de ruta para el gobierno de turno que establece sus objetivos, programas, inversiones y metas para el respectivo cuatrienio, permitiendo a su vez evaluar sus resultados y garantizar la transparencia en el manejo del presupuesto nacional, de ahí la importancia de este espacio para que el sector de la economía solidaria sea un dinamizador de excepción de los procesos de transformación y cambio que se viene reclamando de tiempo atrás por amplios sectores del país y que están en correspondencia con los indicadores que tenemos en aspectos tales como pobreza, desempleo e inequidad que están por encima de la media a nivel de países de igual o menor desarrollo que el nuestro. 

En forma específica, es de resaltar que el movimiento cooperativo debe avanzar hacia el cooperativismo de producción y de trabajo, así como abordar temas estratégicos para la vida, en temas como el medio ambiente, un compromiso total con la casa de todos, promover más cooperativas de jóvenes y más jóvenes en las cooperativas, de igual manera, creación de riqueza, no solo económica, sino cultural, del territorio y de los circuitos económicos, generadores de calidad de vida. He ahí el reto del sector cooperativo y del actual gobierno nacional.