Columna de opinión
Por: Sebastián Silva-Iragorri
El poeta español Antonio Machado dejó esta frase inmortal que ha sobrevivido en el tiempo y que nos coloca en el privilegiado lugar de hacer camino al andar.
Así les ocurre a las personas, a los pueblos, a las sociedades.
Caminando y caminando Popayán se acerca a sus 500 años de fundación, faltan 14 años para llegar al 13 de enero de 2037 que tendrá un inmenso significado histórico e innovador.
Popayán debe tener muy clara y definida su identidad. ¿Será ciudad Universitaria? ¿Cultural y turística? ¿Histórica y religiosa? Muchos adjetivos y calidades le sirven a nuestra amada ciudad, pero debemos seleccionar y encaminar todos los esfuerzos y las rutas en un sentido, como un propósito fundamental comunitario. El líder de la ciudad en cada momento debe dirigir y encauzar los esfuerzos para afianzar esa misión y esa visión de nuestra capital.
La Popayán de hoy debe aceptar como un hecho real la movilidad social y la conformación de nuevos estratos poblacionales, con políticas incluyentes para quienes llegan como nuevos habitantes y con educación de pertinencia para lograr una incorporación mental, espiritual y sentimental de estos nuevos pobladores con la ciudad.
Los esfuerzos para conservar su sector histórico como la más noble huella de la construcción de patria y libertad deben ser seguidos por apoyos para lograr equidad y justicia social.
Su Universidad debe ser el centro y motor de todas sus actividades consolidando las bases estructurales de su pasado con el presente y las perspectivas de un futuro promisorio.
La Semana Santa, el Festival de Música, el Congreso gastronómico, las exposiciones de artesanías y toda otra formación expresiva de cultura y tradición deben conservarse con las optimizaciones necesarias para su vigencia en el tiempo y su esplendor.
Hoy Popayán se encamina a ser una sociedad comercial, emprendedora, con avances en las construcciones y la búsqueda de un mercado apropiado de productos agrícolas y pecuarios. Pero tiene problemas como sus zonas marginales con asomos de profunda pobreza, algunas veredas sin completar aún la totalidad de servicios y dificultades de comunicación vial.
La informalidad y las complicaciones de movilidad afectan la agilidad del comercio, su estructura, su desarrollo y la eficiencia en los intercambios económicos e inmobiliarios. Es urgente el tratamiento vial y la solución concertada de la informalidad en las calles.
Desde ya se debe pensar en ir estructurando una Ley de magnitud que debe llamarse “Ley 500 años de Popayán”. Allí deben estar contenidas todas las aspiraciones y posibilidades que consoliden el Popayán del futuro y lo cataloguen hacia el encuentro de su moderna identidad.
Caminemos entonces con pie firme, sin envidias, ni egoísmos, ni temores, sino unidos, solidarios, concientizados de estar en un momento histórico que pueda significar la recuperación de nuestra amada ciudad otra vez como faro altivo de Colombia.
Cuando fui alcalde de Popayán oficialicé el himno a la ciudad que tenía letra de Benjamín Iragorri Díez y música de Luis A. Diago Montilla, fue el 24 de abril de 1990 y desde allí en todos los actos oficiales resuenan su música y sus palabras:
“Popayán eres madre fecunda, de la Patria gestada con luz, Torres, Caldas, te dieron su sangre que hoy abrazan la gloria y la cruz”.
Qué mejores palabras y qué mejor homenaje a una ciudad noble que en su trayectoria vital ha logrado épicas victorias y ha superado grandes catástrofes, guerras, terremotos, tempestades, pandemias y que ahora esperamos que resurja con más fuerza que nunca, pero eso sí, caminando resueltos hacia el progreso y el bien de toda la comunidad con integridad y transparencia.