Petro y el progresismo

Columna de opinión

Por: Felipe Solarte Nates

A

l caer el muro de Berlín y disolverse la Unión Soviética, al inicio de los 90 del siglo XX, los gurus del capitalismo sin frenos lograron la libertad total en la economía y mínimos impuestos universalizando políticas económicas promovidas desde los gobiernos de Ronald Reagan, en los Estados Unidos y Margaret Tatcher en Inglaterra, con el cuento de que, sin control del Estado y mínimos impuestos, crearían tantos empleos y riqueza, que está se desbordaría de la mesa para beneficiar a todos.

El resultado ya lo conocemos: más libertad económica, menos democracia, más inequidad, concentración de la riqueza en pocas manos y disminución de los ingresos de los trabajadores y clase media, sin cesantías, pensiones dignas; salud, educación y servicios públicos privatizados y costosos, etc; y más tendencias autoritarias, con líderes como Pinochet, quien en Chile sirvió de conejillo de Indias para ensayar el modelo neoliberal, y los Trump, Uribe, Erdogan, Putin, Bukele y Bolsonaros que los sucedieron amenazando la estabilidad de las democracias.

El neoliberalismo acabó con la socialdemocracia europea y el Estado Social de Derecho, adoptado en Europa después de la II Guerra Mundial y al iniciar la “guerra fría” entre los Estados Unidos en cabeza de la OTAN, y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, liderando los países de la Cortina de Hierro. 

 “El Estado de bienestar” fue impulsado en medio de la reconstrucción de Alemania occidental, Francia e Inglaterra, Italia, Suecia, Noruega y Finlandia, buscando alejar de la tentación comunista a los trabajadores mediante la mejora de las condiciones de vida, con abundancia de alimentos y bienes de consumo, y un mejor ambiente en las fábricas y oficinas, en contraste con los racionamientos en los países socialistas.

Cualquier intento de rescatar lo alcanzado por la socialdemocracia europea y especialmente el modelo de las países nórdicos, los fundamentalistas del neoliberalismo antidemocrático lo tachan de “comunismo” o catrochavismo, etc”. Llegaron al colmo, que hasta a Biden, los trumpistas lo calificaron de comunista, por intentar mantener el Obamacare para subsidiar la salud de los más pobres.

La sublimación de la lucha armada como única alternativa para llegar al poder, después de que Pinochet derrocó a Allende, el primer presidente socialista elegido en América, en Colombia influenció el auge de las guerrillas y el debilitamiento de la izquierda democrática, a la que sus rivales de derecha la asociaron con la guerrilla para satanizarla y descalificarla.

Ya las guerrillas no tienen la misma aureola de los 60, 70, 80 y 90 del siglo XX, y menos, cuando vemos en lo que terminaron Ortega de Nicaragua y otros líderes.

El acuerdo de paz con las FARC permitió que la izquierda democrática con un programa moderado y aterrizado ganara con Petro, para impulsar reformas que apuntan a salir del feudalismo en el campo y a desarrollar un capitalismo aún incipiente, pero con alto contenido social, como el que caracterizó el Estado de Bienestar europeo, debilitado por la globalización del neoliberalismo avariento que para maximizar ganancias de los multimillonarios de Wall Street, acabó con las conquistas laborales y seguridad social para la mayoría de población.

El gobierno de Petro, con la coalición que armó en el Congreso, podríamos ubicarlo como un liberalismo progresista, parecido al que promovió en 1936 el presidente Alfonso López Pumarejo, con las reformas Agraria, Laboral y Tributaria.

PAROS Y REGALÍAS

El lunes el bloqueo en El Cairo lo originó el abandono de las obras contratadas por el departamento con recursos de regalías para repavimentar la carretera a Cajibio. El miércoles fue en El Patía, cuando habitantes de ese municipio y Mercaderes también bloquearon la Panamericana. Muchos billones han llegado al Cauca desde la gobernación de Temistocles Ortega, para financiar obras con recursos de regalías; pero muchas han registrado atrasos y abandono al ser adjudicadas a contratistas sin capacidad financiera y técnica para ejecutarlas y cuyo favorecimiento es cuestionado después de licitaciones dudosas e interventorías cómplices y alcahuetas, con sus reiterados y descarados incumplimientos que les sirven de excusa para pedir adiciones presupuestales que también se pierden en el barril sin fondo de la corrupción sin que las comunidades al fin cuenten con agua tratada y permanente, buenas vías, alimentación escolar balanceada y oportuna, etc.

Para remediar esta epidemia de corrupción e ineficiencia, algo tienen que hacer el gobierno de Petro, las administraciones departamentales y municipales, los organismos de control y la Fiscalía.