La recampesinización del Cauca

Editorial

Por: Marco Antonio Valencia Calle

En la historia colombiana los campesinos han sido los encargados de poner los alimentos en nuestra mesa y su trabajo es motor clave de la economía, desarrollo y salud para todos.

Y aunque en los acuerdos de la Habana se habló de una reforma agraria para favorecerlos y darles el trato digno que se merecen, como lo vienen pidiendo desde los años sesenta del siglo pasado, hay instituciones muy poderosas que no han dejado.

Las políticas neoliberales en nuestro país para el tema agrario permitieron un libre comercio que aprovecharon empresarios inescrupulosos para importar todo tipo productos agrícolas. Y eso generó que los campesinos colombianos se encañengaran con sus siembras  y se fueran a la quiebra.

Por ejemplo, a partir del concepto de “seguridad alimentaria” que se impuso se perjudicó al campesino. Esa política los empobreció e hizo que muchos abandonaran sus fincas para buscar un mejor destino en las ciudades, se dedicaran a cultivos ilícitos o… que prefieran “mal trabajar con una moto en la ciudad que morir de hambre en el campo”.

Ese mismo neoliberalismo autorizó a empresarios el uso de agro tóxicos para sembrar sin importar los posibles perjuicios a la salud de la gente; pero así mismo autorizó el uso de semillas transgénicas, la financiarización de los alimentos y la comida vista como un negocio apoyando la agricultura comercial.

Es por eso que los campesinos organizados le vienen pidiendo al gobierno abandonar la expresión de “seguridad alimentaria” para comenzar a trabajar el concepto de “soberanía alimentaria”, y algo han logrado. Tienen una propuesta que implica agroecología, uso de bioconsumos, los policultivos y la alimentación vista como un derecho humano y no como un negocio, amén de un comercio justo y participativo.

A los problemas por tierras que tenemos en el Cauca hay que sumarle la crisis que viven los campesinos en medio del conflicto armado y político por razones étnicas, la violencia y el narcotráfico. Y claro, el abandono del Estado y las muchas demandas de salubridad, educación, vivienda y vías insatisfechas que no cesan, pero nadie escucha.

La geografía del Cauca, quebrada y montañosa, tiene que ser vista como una ventaja agraria envidiable por la variedad de climas y tierras frescas para sembrar, pero no, eso no sucede. El campesinado, en su mayoría vive abandonado a su suerte y lo que hace es sobrevivir como puede.  Muy pocos logran ayudas del gobierno y sobreaguar.

No dejemos solos a los campesinos. Hagamos visibles sus necesidades y demandas. Como sociedad urbana que se beneficia de su trabajo ayudemos a mantener viva esas promesas de un nuevo gobierno que les sembró esperanzas para devolverles su dignidad y dinamizar su trabajo.

Si hay reforma agraria, en este Cauca el campesino debe ser protagonista con voz y voto. Ellos, a pesar de las dificultades han resistido y producido. Y por tanto, merecen respaldo ciudadano para sus demandas y aspiraciones. Gracias a ellos los caucanos sobrevivimos el conflicto armado, los taponamientos de vías y la pandemia sin morir de hambre.

En esa cacareada reforma agraria que se comienza a ventilar requiere que se aborde con criterios claros el tema de la propiedad rural en un territorio como el Cauca donde debe ser posible la convivencia entre afros, indígenas y campesinos.

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