Columna de opinión
Por: Eduardo Nates
No deja de sorprender cada aparición de la ministra de agricultura en los medios, conceptuando sobre la curiosa forma de volver productiva la tierra en Colombia.
Toca comenzar por aclararle que: ¡No se es agricultor por decreto! Podría decirse que eso es casi un instinto o un don de la naturaleza. Conozco bastantes disposiciones legales expedidas con el fin de estimular las inversiones en el sector productivo, cuyos efectos benéficos solo se perciben lustros después (si es que los hay…) Tampoco creo que la capacidad productiva de la tierra se modifique en la notaría, con el simple acto jurídico de cambiar de dueño, ni por el hecho de subirle el avalúo catastral para incrementar el impuesto predial. Lo complemento con dos ejemplos reales: 1.) El enjambre legal que se expidió con motivo del terremoto de Popayán, en 1983, buscando estimular la inversión industrial en la “Ciudad Procera” … (entre otras cosas, de los ancestros de la ministra). Con certeza me tildarían de loco si llegare a decir que Popayán, hoy, es una ciudad industrial… Y 2.) La famosa “Ley Páez” de 1995, expedida a raíz del sismo y la avalancha del río Páez, en 1994, cuyos efectos de industrialización se percibieron muchos años después, en un sector del norte del Cauca, paradójicamente, hoy, foco inextinguible del incendio alrededor de la propiedad rural.
Por eso me llama la atención la frescura con que la ministra López dice: “…Es muy fácil…si usted tiene 1.000 hectáreas y tiene 2 cabezas de ganado por hectárea o 1 cabeza de ganado por hectárea, al subirle el valor de la tierra, con el catastro le va a subir el impuesto… usted tiene que hacer el análisis…si eso que está produciendo le da los ingresos suficientes para pagar el impuesto, usted lo hace…pero si no le alcanza para pagar el impuesto, usted tiene varias alternativas: una, volverla productiva…otra decidir que la va a vender… la decisión si esa tierra es productiva o no, la toma cada uno de los empresarios…”
Nadie más que la ministra López (que ha sido dos veces titular de esa cartera, directora de planeación nacional y muy estudiosa del tema…) sabe que en el concepto de productividad deben confluir, simultáneamente, tantos factores naturales, edafológicos, topográficos, climáticos, técnicos, humanos, económicos, políticos, sociales, etc. … Tanto que, tener éxito en la producción agropecuaria en este país, es como ganarse la lotería. ¡Los productores agropecuarios exitosos en Colombia son unos verdaderos héroes!
¿Dónde están los distritos de riego, la infraestructura vial, los bancos de maquinaria, el orden público, los precios favorables y controles de los insumos, los subsidios a productores, los créditos de verdadero fomento, los estímulos tributarios, laborales, los centros de acopio con precios justos, etc., factores estos, indispensables en la producción agropecuaria, que reposan mucho más en los hombros del estado y de los gobiernos, que en los de los arriesgados productores?
Entonces, a un productor agropecuario no se le puede venir a decir “incapaz” o “inútil” o a descalificarlo impunemente cuando, generación tras generación, ha venido “trabajando con las uñas” y supliendo con sus escasos recursos, factores productivos que, en justicia, corresponden al estado. Solo después de haber establecido un verdadero plan de desarrollo rural, sólidamente estructurado y funcionando y después de constatar el desperdicio de capacidad productiva o el despilfarro de recursos de producción, podría llegar la autoridad gubernamental a coaccionar y amenazar con medidas administrativas, para inducir, a la brava, la productividad.
Pero lo anterior no pasa de ser un planteamiento técnico-teórico de “color rosa” frente a lo que está sucediendo hoy en la realidad, con las invasiones campantes de predios rurales a lo largo y ancho del país. Es francamente aterradora la permisividad o la inacción de las fuerzas del orden frente a los avasallamientos en diferentes departamentos y regiones del país. Cualquier observador desprevenido podría pensar que se trata de una “omisión voluntaria” que puede llegar a convertirse en complicidad para permitir la violación del derecho a la propiedad, factor fundante del “Estado de Derecho” que se dice ser Colombia…