La polémica surgida alrededor del libro ‘En minga por el Cauca: El gobierno del Taita Floro Tunubalá (2001-2003)’ me obligó a leerlo en una sentada. Conociendo a Negret puedo garantizar que a Diego Jaramillo le tocará asistir a la Fiscalía a probar las afirmaciones calumniosas e injuriosas que lanza en el libro y que los miembros de los Comités Editoriales de las universidades del Cauca y del Rosario, dejaron pasar.
Entro a comentar lo que pienso del libro: Intenta, a lo largo de sus 273 páginas, convencer a los lectores de que los tres años de gobierno del Taita, produjeron un cambio fundamental en la historia del departamento y que el Cauca nunca volvió a ser el mismo. No lo creo. Ciertamente, sí será un hecho político recordado, pero el rumbo del adolorido Cauca siguió igual o peor. Desde el capítulo introductorio, el autor hace una apología de las tomas de la carretera Panamericana por los grupos que han estatuido ese mecanismo, sin pensar que la mayoría de los caucanos y colombianos rechazamos ese método atrabiliario que solo deja pérdidas inmedibles a toda la comunidad, incluidos los protagonistas del atropello. Porque conozco las convicciones de Negret sobre la libertad, el orden y la justicia, me atrevo a negar la afirmación: “…el gobernador del Cauca se vio obligado a admitir la justeza del movimiento y reversar una postura inicial en su contra”, refiriéndose al paro de 1999, en la página 40. El enfoque político del libro, se basa en el lugar común de las reprochables desigualdades sociales, y con sutil astucia pretende validar las acciones subversivas, las cuales rechaza solamente cuando afectan a las comunidades indígenas. En términos electorales, pretende hacer creer que esa fue una victoria arrasadora, pero los datos dicen otra cosa. Ese día hubo 341.925 votos. Tunubalá obtuvo 148.183 y César Córdoba 132.024, luego la diferencia no es “abrumadora.” En ese volumen de votación, 16.159 son tan solo el 4,7% de los votos totales. También niega cualquier colaboración de grupos políticos tradicionales en este resultado, pero es un secreto a voces que algunos barones electorales se le voltearon a Córdoba, pocos días antes de las elecciones por razones politiqueras, y recomendaron a sus electores obedientes votar por Floro. Legitimando la práctica caucana de “votar en contra de … y no a favor de …”.
Como las expresiones en contra de la honra de César Negret serán motivo de pronunciamiento judicial, no me refiero a ellas. Sí a otras mal intencionadas, sobre actuaciones del gobernador Negret, como por ejemplo: dando a entender que el Acuerdo de Restructuración de Pasivos, suscrito por este a finales del año 2000 para impedir la total insolvencia del departamento, habría sido la causa deliberada para que Floro no tuviera recursos para inversión. Hoy, después de tantos años, y varios gobiernos, sigue siendo incuestionable la valiente decisión de cobijar las finanzas del Cauca con los beneficios y exigencias de la Ley 550 /1999. El tira y afloje con los acreedores financieros se llevó casi todo el gobierno de Negret y no fueron pocos los enfrentamientos que asumió por esta causa. Amén que la secretaria de Hacienda fue reemplazada por una fiducia que en buena hora dejó contratada Negret en el Banco Cafetero, desde la cual se pagaron cumplidamente todas las obligaciones durante ese mandato, incluidos los jubilados del departamento para quienes, con la llegada de Negret, cesó la horrible noche del consuetudinario pago tardío de sus mesadas.
En tono despectivo decide llamar a Negret: “de la élite” e “impopular” de lo cual, por un lado, nadie tiene la culpa, pues uno no tiene opción de escoger la cuna, y por otro, no creo que sea impopular quien al poco tiempo de dejar la gobernación resulta elegido Representante a la Cámara con la mayor votación de ese certamen electoral y luego, cuando lo llaman a posesionarse como Senador, responde: “No, gracias.” Se olvida Jaramillo que a Tunubalá, después, no le alcanzo ni para alcalde de Silvia. No pasan de ser estos términos, una muestra de inexplicable resentimiento, en un profesor universitario que ha gozado de las mieles de esa posición y de su carácter de Asesor del gobernador Floro. Lástima que este defecto opaque el buen manejo del idioma en el libro y algunos análisis acertados de procesos sociales nacionales, regionales y locales.
Por último, el libro no menciona casos delicados de contratación en ese gobierno, que en su momento hicieron tránsito por los tribunales. Baste recordar el caso de la vía Boquerón-Bolívar contratada con una asociación de Municipios. También soslaya temas como las enormes indemnizaciones por más de 7 mil millones de pesos que debió pagar la CRC por numerosos despidos anormales que se dieron en ese lapso, en ejercicio de las veleidades políticas del Bloque Social Alternativo, grupo de apoyo creado al rededor del gobernador Floro y que solo quedó en “Flor de un día”.