Columna de opinión
Por : Víctor Paz Otero
En Colombia, muy a pesar de lo mucho que ya se ha escrito sobre la violencia, esa misma violencia continúa siendo una especie de presencia oscura y disolutiva que ha convertido nuestra historia en el despliegue siempre creciente de una fatalidad que nos niega una visión amable y desesperanzada del futuro. Nuestra historia no la vivimos ni la gozamos, la padecemos.
Es evidente que carecemos de una teoría explicativa y comprensiva de un fenómeno tan profundo que parece ser el rasgo mas perturbador de nuestra existencia cultural.
Por esa violencia y desde hace muchos siglos a los colombianos nos ha sido imposible “vivir sabroso”. Por el contrario, hemos vivido intimidados, con miedo y en medio de una dolorosa y desquiciante incertidumbre.
Hoy por ejemplo y de manera bastante simplista y mecánica le asignamos al narcotráfico, el oscuro poder de ser generador y alimentador de esa violencia asesina y multiforme que muestra su rostro ensangrentado todos y cada uno de nuestros días. La explicación es falsa y engañosa y solo muestra de manera fragmentaria uno solo de los rostros de las múltiples violencias que florecen en nuestra turbulenta sociedad.
Hasta hace pocos años no existía el narcotráfico en nuestro mundo; pero la violencia siempre estaba presente y generalizada a lo largo y ancho de la nación. El siniestro periodo de la violencia liberal conservadora, degradada y envilecida y atroz como la actual, nada tenia que ver con ese elemento que ahora se considera como casi el factor único de la violencia. Esa fue una violencia provocada y producida por la irracionalidad de otros factores sociales, que se expresaban bajo la apariencia del lenguaje político.
Si vamos más atrás, si visitamos nuestro desquiciado siglo XIX nos encontramos con un mundo enloquecido practicando los rituales de la violencia. Hasta más de 20 guerras civiles generalizadas nos dimos el gusto de inventar por motivos de poca monta. Tampoco pudimos vivir sabroso, vivíamos para matarnos los unos con los otros.
Y si seguimos “avanzando” hacia atrás, la misma cosa. Nuestra republica nació y se instauro por medio de la violencia.
Solo en nuestro tiempo COLONIAL, esa especie de edad media de pacotilla que nos impuso durante 300 años la dominación española, parece ser un tiempo tranquilo y sosegado. Tiempo histórico que sin embargo fue desmantelado por el proceso violento que encarno la guerra de independencia.
¿Por qué nuestra violencia se acrecienta y se multiplica y nos devora?
¿Por qué no acontece lo mismo en tantas otras sociedades semejantes a la nuestra?
¿Sera que nuestra violencia tiene algo de misteriosa e incomprensible?
Personalmente considero que la ausencia de una explicación y de una comprensión legitima y aceptable de nuestra violencia, esta relacionada con muchos y problemáticos elementos. Entre ellos se podría considerar la ausencia o la precariedad de una verdadera “IMAGINACION SOCIOLOGICA” y también el discutido y supuesto estatus “científico”, de lo que alegremente se designa como ciencias sociales, de las cuales muy ingenuamente se espera nos construyan una verdad científica e inapelable sobre el acontecer de lo social y los histórico.
La existencia de una ciencia social o de una ciencia histórica es más un deseo y una pretensión que no ha logrado configurarse plenamente (volveremos sobre el tema)
¿Qué se puede esperar de una sociedad que llama «Padre de la Patria» alguien que intentó asesinar?