Columna de opinión
Por: Sebastián Silva-Iragorri
A pocos días de asumir el nuevo presidente se revelan algunas intimidades del acto de recepción. Dicen que se realizará en 2 tiempos, uno en la Plaza de Bolívar y otro en el populoso sector de Ciudad Bolívar, que habrá pantallas de televisión y artistas en algunas ciudades y poblaciones y que el costo de todos estos actos podría pasar de los 4.000 millones de pesos.
Estas son versiones de operaciones de un acto de transmisión de mando que siempre se hace bajo la voluntad y directrices de quien se va a posesionar. Pero el tema de fondo se debe referir a los discursos de Roy Barreras que preside el congreso y juramentará al presidente y luego el discurso de fondo y oficial del mandatario Petro ya posesionado.
Algunos dicen que tanto Petro como Roy Barreras van a describir un panorama de desastre en Colombia, que dirán que asumen bajo las peores circunstancias y que están asustados ante el reto que inician. Frente a esta posibilidad basta leer lo que publicó el Fondo Monetario Internacional en estos días y que los periódicos nacionales titularon como “Crecimiento económico de Colombia doblará el del mundo y el de Latinoamérica”.
Los que conocemos los temas económicos sabemos lo que esto significa y con eso basta. El domingo anunciarán la reforma tributaria, la agraria, la política y muchas más. En lo internacional comunicarán la amistad con todos los países de América sin exigir condiciones a los que han albergado terroristas en sus territorios y diseñarán procesos de intervención ambiental como bloque latinoamericano sobre el cambio climático.
Se propondrá una política de paz total y los grupos armados invitados aceptarán de inmediato la convocatoria a dialogar y los de sometimiento a la justicia no querrán perder esta fácil oportunidad. Igualmente se anunciarán una serie de ayudas sociales y un programa contra el hambre. Lo complicado es que mientras esto se anuncia y ocurre los cultivos de coca seguirán creciendo y el narcotráfico aumentando. Ojalá ese dinero sucio no sirva después para financiar algunas campañas a alcaldías y gobernaciones en determinadas regiones del país.
Lo que no se puede tolerar son brotes de división de la Patria. Algunos están predicando un departamento autónomo del Pacífico conformado desde el Putumayo hasta el Urabá antioqueño, regiones que votaron abrumadoramente por Petro y cuyo resultado tiene diversas interpretaciones.
A propósito, debemos intervenir con nuestras ideas en los foros o conferencias que se propongan e incluso en la construcción del Plan Nacional de Desarrollo. Ya lo hacemos con nuestros escritos y aspiramos a hacerlo en los espacios que se abran de participación regional. Esa debe ser la democracia sin tratar de imponer una sola ideología o pensamiento político pues como se notificó en las elecciones recientes estamos divididos por la mitad ideológicamente: Socialismo y Derecha es la disputa intelectual que está en marcha.
Hay que desearle al nuevo Gobierno que se inaugura el domingo lo mejor. Ya lo hizo el presidente Duque en su discurso del 20 de Julio. Muy distinto al trato que recibió Duque al posesionarse cuando se le amenazó con no dejarlo gobernar y salir a las calles diariamente a bloquear y paralizar actividades para perturbarlo y derrocarlo.
Una contribución verdadera para aclimatar la concordia debería empezar con unos discursos reconocedores de lo avanzado, invitantes, constructivos y sin espejos retrovisores. El domingo sabremos hacia donde se conducirá de verdad al País. Como dijo en su posesión Laureano Gómez: “Los hombres no somos sino briznas de hierba en las manos de Dios, quiera su mano omnipotente salvar a Colombia”